Aquí te presento algunas ideas sobre cómo controlar tus emociones.
Sé que puede sonar loco o difícil, pero lo primero que te quiero decir, es que para poder controlar tus emociones, has de dejar de querer controlarlas.
Renuncia a querer tener autoridad sobre tus emociones, a ser el policía que define cuándo liberarlas y cuando encadenarlas, o la mamá que te regaña por sentir ciertas cosas, o el papá permisivo que te da chance de hacer lo que quieras con tus emociones.
Las emociones no son ni buenas ni malas, pero sí es un hecho que existen por alguna razón. Sería muy extraño que la naturaleza nos diera algo que no funcionara o que fuera malo para nosotros, al contrario, si tenemos emociones es porque gracias a ellas podemos conocernos y experimentar el mundo.
El manejo o expresión de las emociones se vuelve un problema, precisamente cuando no las aceptas y no las respetas por lo que son: tu mejor mensajero de lo que estas viviendo.
Intentar bloquearlas: Digo intentar, porque realmente no puedes bloquear las emociones, es como intentar hacerle una presa al agua que ya viene corriendo, generando que la presa se llene cada vez más hasta que reviente.
Ocultarlas o guardarlas: Hacer como que no pasa nada, como que tu eres el fuerte o la fuerte de la cuadra, que a ti las cosas no te afectan, que eres tan poderoso que puede suceder mil cosas a tu alrededor y tu como si nada. Eso solamente genera que después liberes tus emociones de una manera dañina para ti y los demás.
Desahogarlas con el alcohol, drogas o sexo: no funciona, aunque los rockeros lo hagan, pues de momento te olvidarás de lo que sientes, quizá te divertirás y sentirás una especie de euforia, pero al dia siguiente regresarán con mas fuerza a recordarte que ahí existen y que necesitan de tu atención.
Buscar distracciones: las distracciones tampoco funcionan pues son pasajeras, no puedes vivir toda tu vida distraído y evitando ponerle atención a lo que sientes, por más que seas un experto en el arte de la distracción, eventualmente tendrás que ponerte atención.
Juzgarnos por sentirlas: hay emociones extrañas, acompañadas de sensaciones desconocidas, o bien emociones que en la sociedad no son tan aceptadas como la molestia, tristeza o resentimiento, y entonces cuando las sientes en ti, las juzgas y te criticas a ti mismo por sentirte así.
Te dices débil, vulnerable, incapaz, defectuoso. Pues claro, no te “sientes” tan exitoso como las personas de afuera se “ven”. Pero recuerda que la apariencia es una cosa, y el interior es otra: la realidad en la que vive la persona.
Se intensifican: Si las emociones existen es porque necesitan de tu atención, y mientras más quieras evitarlas o desviar la mirada de ellas, se intensificarán para que las puedas escuchar. Lo que empieza como un temor, se convierte en pánico, lo que es una molestia se convierte en ira o rabia, y lo que es melancolía puede llegar a ser depresión.
Bloqueas las emociones agradables: a tus emociones no las puedes dividir en cajones de “bonitas y feas”, y por lo mismo no puedes ponerle “clausarado” a algún cajón. Al clausurar tus emociones, clausuras y bloqueas tu capacidad de sentir, y de refilón te llevas de corbata a las emociones positivas y agradables.
Si bloqueas alguna emoción, lo que logras es bloquear tu capacidad de sentir.
Explota la olla express: cuando guardas tus emociones por mucho tiempo, de repente aparentemente de la nada, explotas en un mar de llanto, de gritos o de berrinches y golpes, y te preguntas después: ¿De dónde salió todo esto? La respuesta es: de todo el tiempo que llevas guardándote lo que sientes.
Dañas a tu cuerpo: recuerda que las emociones son energía, su nombre proviene del latín emotio que significa movimiento o impulso. Si no pones en movimiento tus emociones, generarás daños en tu cuerpo generados por cristalizaciones emocionales, como tensiones, irritación de colon, dolores de cabeza, etcétera.
Tal y como vienen.
Para eso, necesitarás poner atención a tu cuerpo constantemente, pues es ahí donde tus emociones habitan.
Si de repente sientes un apretón en la panza, un dolor en la garganta, una quijada trabada, u otra sensación que identifiques con una emoción, haz un alto y observa lo que sientes con total apertura y sin juicio.
Es mejor ponerle la atención que requiere y merece cada emoción en el momento que aparece, (lo cual no dura más de 10 minutos), que esperar a que se convierta en una encrucijada en tu interior que genere problemas después.
La emoción llega para decirte algo de lo siguiente:
– que estás creyendo en pensamientos mentirosos, inquietantes sobre el pasado o futuro, y es momento de dejar de creerles. Recuerda que muchas veces, si no es que la mayoría, te sientes a partir de cómo piensas.
– que algo te está molestando y es momento de poner límites y decir lo que no te parece o lo que sí quieres.
– que te has descuidado en algo a ti mismo y que por eso te sientes triste o decaído.
Además, puedes hacerte las siguientes preguntas:
– por qué siento esto?
– qué me quiere decir?
– qué estoy necesitando?
Deja de decirte débil o tonto por sentir emociones de vulnerabilidad como tristeza o impotencia.
Deja de decirte malo por sentir enojo, es válido sentir enojo, el mensaje que te da es que necesitas poner un límite.
Deja de decirte que siempre tienes que esta perfecto, en equilibrio, feliz y contento. Eso nada más te presiona más y genera que tengas emociones desagradables.
Cambia tu manera en la que ves las emociones como buenas o malas, y simplemente velas como energía en tu cuerpo que necesita ser canalizada.
Dale valor a su nombre emotio. Las emociones llegan para ayudarte a actuar, a generar un cambio, a poner un límite, a expresarte, a moverte hacia lo que quieres, a protegerte en caso de que sea necesario.
Genera miedo abrirse a sentir, pues pareciera que vas a perder el control, que perderás la compostura, que no sabes lo que te podrás encontrar.
Pues claro, llevas tanto tiempo ocultando, bloqueando y evitando que pareciera que ya tienes un monstruo guardado al que te da miedo liberar, pues temes que haga un caos contigo y a tu alrededor.
Pero creéme, nada malo sucederá si te dejas sentir, al contrario, conectarás contigo y podrás explorar qué está pasando en tu vida y qué quieres hacer de ahora en adelante.
Mantente en un contacto constante con tu cuerpo, pues él es el mensajero de lo que sientes. Las emociones se van guardando en diferentes lugares del cuerpo, y si aprendes a conocerte, sabrás que sientes a partir de las sensaciones que vas experimentando.
No se trata que ahora porque ya aceptas tus emociones, las dices y expresas a los demás así como van. Sí es necesario aprender a tener asertividad y expresar tus emociones cuando están en una intensidad baja.
Para eso mantente al pendiente sobre los siguientes temas que escribiré de “Intensidad en las emociones”, y “Cómo expresar las emociones de manera asertiva”.
Y finalmente recuerda que todo lo que sientes ha de ser aceptado, pues ya lo sientes, y de nada sirve querer hacer como que no es cierto. Y ya después verás que haces con eso que sientes, pero primero hay que aceptarlo.