Como mamás y papás, experimentamos muchos miedos, pues nuestro instinto de protección hacia nuestros hijos está tan activo, que vemos peligros donde no los hay. Es común que queramos controlar la mayoría de las cosas que le suceden a nuestros hijos, sobre todo, si nosotras mismas en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido indefensas o en peligro. En este sentido, uno de los principales miedos que podemos experimentar, es dejar solos a nuestros hijos, que algo malo nos pase y abandonarlos.
Es común que queramos controlar la mayoría de las cosas que le suceden a nuestros hijos, sobre todo, si nosotras mismas en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido indefensas o en peligro.
En este sentido, uno de los principales miedos que podemos experimentar, es dejar solos a nuestros hijos, que algo malo nos pase y abandonarlos.
Este es un miedo que se presenta también cuando tenemos ansiedad elevada, ya que uno de los principales miedos durante los ataques de pánico, es el miedo a morir, a perder el control o enloquecer; y a su vez, lo que nos da más miedo, es que algo de esto llegara a suceder y dejáramos a nuestros hijos solos.
O sea, es el miedo detrás del miedo propio de la ansiedad, y lógicamente que al ser mamá, llegas a la conclusión de que la peor consecuencia posible de tener ansiedad, sería abandonar o dejar solos a tus hijos, pues claro ¿quién los cuidaría como tú lo haces?
Por otro lado, tenemos un chip mental de “todopoderosas y super necesarias”. ¿Esto qué significa? Significa que tenemos la creencia de que sin nosotras, las cosas no saldrían, que somos nosotras las que tenemos que estar en alerta porque nadie los cuidaría igual que nosotras; y no, claro que nadie los cuidaría igual, pero tampoco significa que vivirían descuidados o desprotegidos.
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El punto es que quizá, tienes la creencia de que tus hijos te necesitan solo a ti, que nadie puede hacerse cargo de ellos igual que tú y que la única que sabe cómo protegerlos del peligro eres tú. Y esto es algo que comúnmente aprendemos cuando crecemos en ambientes donde tuvimos que tomar el control de las cosas, estar en alerta y protegernos a nivel físico o emocional.
Por otro lado, es probable que percibas que tus hijos son cien por ciento indefensos y que dependen totalmente de tus cuidados para sobrevivir. Pero si lo piensas bien… en realidad tú no hiciste mucho para que su cuerpo se formara dentro de tu vientre. ¡Claro! claro que fue mucho esfuerzo, náuseas, malestares, echarle ganas a la alimentación, perder cabello, darles leche, pero tú no dijiste “vamos a duplicar estas células para que ahora formen sus cachetes”, eso sucedió en su cuerpo, dentro del tuyo, ambos funcionando de forma perfecta por obra de la naturaleza. Lo que intento transmitirte con esto es que, sí hay fuerza dentro del cuerpo de tus hijos, misma que les ha ayudado a sobrevivir.
Por otro lado, seguramente hay otras personas a su alrededor que han colaborado para su supervivencia, pero a veces cuando tenemos el pensamiento de “solo yo lo puedo todo y tengo que controlarlo todo”, vamos encontrando defectos en la forma de cuidarlos de los demás , ya sea de su papá o de sus abuelos; y tu percepción termina siendo que ellos no serían capaces de cuidarlos.
De esta forma, percibiendo a tu hijo indefenso y a las personas a su alrededor incapaces, por consiguiente confirmas que la única capaz de cuidarlo a la perfección eres tú. Y no, no necesariamente esto es verdad.
Otra causa de este miedo a abandonar a nuestros hijos, es que, por nuestra culpa, ellos lleguen a experimentar sufrimiento. Por supuesto, es lógico que no quieras que tus hijos sufran, nadie quiere sufrir en esta vida, pero déjame te platico algo… Una vez que tú haces las paces con tu propio dolor, que descubres que tenía un propósito o que lo usas para hacerte más fuerte; puedes ver que el sufrimiento, la pérdida o el abandono, no son algo absolutamente negativo en la vida. Para eso, es necesario sanar nuestra propia herida de abandono que podemos tener con nuestra madre, padre o con alguna figura importante nuestras vidas.
A propósito de esto, te platico que en lo personal, mucho tiempo me sentí abandonada por mi mamá y mi hermana, quienes representaba mi figura materna. Estas heridas me hicieron pensar que sentir el abandono de alguien era lo peor que podía pasarme en la vida,, porque en su momento no pude ver que gracias a esos “abandonos” (que en realidad fueron intentos de ellas por encontrarse y salvarse a ellas mismas, que nada tuvieron que ver conmigo), me hice más fuerte, me dieron herramientas que no habría podido desarrollar si esto no hubiera sucedido así.
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Entonces, se trata de primero sanar tu herida de abandono personal y hacer las paces con tu propio sufrimiento, para que de esa forma, puedas comprender que en caso de que te ausentes, claro que tus hijos la pasarían muy mal sin ti, pero podrían encontrar la forma de sobrellevarlo y encontrar apoyo en otras personas. El punto es que, activando estos pensamientos, vayas perdiendo el miedo a morir y abandonar a tus hijos; y sepas que no, no sería el fin del mundo para ellos.
Escucha este audio sobre cómo superar el miedo a pasarle tu sufrimiento a tus hijos
Otro punto importante en este tema es que muchas veces estamos tan enfocadas en hacer las cosas bien, realizar las tareas del hogar, correr y correr; que se nos olvida disfrutar a nuestros hijos. Un miedo muy frecuente detrás de abandonarlos, es perderte de la oportunidad de disfrutarlos, verlos crecer y estar con ellos. Y esto puede significar que en tu presente, no estás tan presente. O sea que, quizá no estás cien por ciento conectándote con tus hijos, quizá no estás disfrutando de tu maternidad o de tu relación con ellos tanto como quisieras y quizá dentro de ti una añoranza de que esto fuera diferente.
¿Qué hay que hacer? Olvídate de todo y empieza a disfrutar. Juega con ellos, pon tu mente en tu cuerpo mientras están juntos, déjate llevar por el momento presente y disfruta más.
A medida que disfrutamos del presente y somos consciente de ello, le vamos perdiendo miedo al futuro, porque empezamos a sentirnos llenas, satisfechas y con el corazón contento.
Es importante que platiquemos también sobre la ansiedad por separación, la cual, también deviene de una herida de abandono. Es decir, no te gusta separarte de nadie o de nada porque al hacerlo te sientes mal, porque al hacerlo te encuentras contigo, con tus propias emociones, con la tensión que tienes acumulada o con la misma ansiedad.
Nos da ansiedad el separarnos porque, en el pasado, al haber experimentado el abandono como algo doloroso, concluimos que debemos evitar la separación, que tenemos que estar apegados a alguien más para sentirnos seguros y a salvo.
En este caso, hay que trabajar en aprender a estar contigo misma, en aprender a disfrutar de tu propia compañía y tolerar cada vez más la sensación incómoda que te surge ante alguna separación; y que poco a poco, te vayas animando a experimentar estos momentos de separación con tu hijo o hija.
Escucha este audio sobre Ansiedad por Separación
Es decir, quizá dentro de ti, te sientes culpable de estarlos abandonando actualmente en algún sentido. Simplemente revisa si hay algo más que te gustaría estar haciendo por tus hijos, si te sientes culpable por no pasar el suficiente tiempo con ellos o si tus expectativas de lo que tendrías que estar haciendo como mamá son tan altas, que no te estás permitiendo disfrutar sin culpa.
Si resuelves esta sensación de abandono actual, ya sea, estando más presente con ellos o haciéndote consciente de que realmente no los estás abandonando, es probable que también este miedo disminuya bastante.
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Te comparto, en resumen, lo que a mí me ha ayudado para superar este miedo y lo que he observado que a otras mujeres les ha funcionado:
Cuando nació mi primer hijo, me di cuenta que mi miedo real detrás del miedo a que me pasara algo y abandonar a mi hijo, era que se quedara sin recibir lo que me gusta de mí, mi forma de pensar, mi espiritualidad, etcétera. Entonces, me pregunté, ¿cómo le puedo hacer para transmitírselo ahora que es un bebé? y lo que hice fue comprar un diario donde le voy escribiendo las cosas que vamos viviendo juntos, mi visión de la vida, lo que encuentro en él, lo que me gusta de nuestra relación y de su esencia. Además, como me gusta escribir, creo que en mis diarios se podrá dar una idea de lo que yo pienso y absorber de ahí lo mejor de mí.
La idea es que revises qué es lo que en el fondo te da miedo, y que encuentres formas de hacer algo hoy para bajar ese miedo.
Igualmente, hice un escrito de cómo me gustaría que lo eduquen y quién me gustaría que lo hiciera, en caso de que yo no esté, sobre todo por temas de ideologías y estilos de crianza. Es lo mejor que puedo hacer ahora, para sentirme tranquila de que en caso de que yo no esté, hay posibilidad de que suceda lo que me gustaría que sucediera.
Pero en realidad, ni siquiera estando yo, puedo controlar al cien por ciento que mi hijo absorba eso de mí. Que crezca con esas ideologías o estilos de crianza, pues yo misma dejo de hacer a veces lo que considero ideal. Así es que, ahí es donde hay que darle paso a la confianza en la vida misma y sucederá lo que es mejor para él, esté yo o no, lo que ahora siembro en él, es suficiente para su futuro. Puedes aprender más de este tema en esta otra entrada.
Creo que el punto principal es poder disfrutar de nuestra maternidad, de tal forma que no terminemos desgastadas por este rol, sino que nos nutra y nos enriquezca. Sé que no es fácil, pero podemos aprovechar estos miedos que aparecen para conocernos y sanarnos en el camino, para poder así, crecer junto con nuestros hijos.