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Vacuna a tus hijos de la ansiedad

Hay que conocer bien las causas de la ansiedad, y cuidar de no generarlas nosotros mismos en nuestros hijos.

Paternidad y ansiedad

Recientemente he tenido la oportunidad de convivir más con niños, y me doy cuenta de la influencia tan inmensa que tiene la manera de ser de los papás sobre ellos, aunque claro, siempre cargan su propio carácter y su esencia, pero hay que tener cuidado, pues esa esencia se puede ir ocultando en una máscara que se va haciendo tan fuerte que llega un día en el que no saben qué quieren, quién soy ni para dónde quieren ir, y bienvenida sea la ansiedad.

Normalmente los niños aprenden a irse poniendo máscaras principalmente para evitar el castigo, o simplemente para complacer a los adultos y obtener su cariño.  Lo que mas quiere un niño es cariño, amor, aprobación y aceptación de quienes lo rodean, y en la mayoría de los casos, de sus papás principalmente.  Es por eso que cada palabra dicha por parte de los papás, resuena mil veces más en un niño que en un adulto, pues el niño no tendría por qué dudar de esa palabra, y todo lo que ve, es su realidad, es su verdad, su mundo gira al rededor de casa y escuela, y la información que se le de, será la verdadera.  Y lo que aprenda en esos mundos, será lo que después lo ayudará a enfrentarse a EL MUNDO.

Entonces, si normalmente le dices a tu hijo o a un niño “no puedes hacer esto bien”, o… “tienes que hacer esto para que les caigas bien a los demás”, o…”deja de hacer eso, así nadie te va a querer”, o… “para que te de el dulce tienes que hacer lo que te digo…”, hijole, pues por favor deja de hacerlo y aprende una nueva manera de educar a tus hijos.

La verdad sí me he llegado a molestar al ver como los adultos pierden el control y la consciencia y hacen y dicen cosas que afectan a sus hijos, me da frustración ver que por no resolver sus propios asuntos, pasen ese estrés y esa contaminación a una mente limpia e inocente, y la vayan llenando de la misma contaminación.

Pero ahora si, los puntos prácticos para evitar esa situación: (qué no hacer)

– Si tu como persona te auto exiges demasiado, por favor no le pases esa exigencia a tu hijo, los niños son niños, y tendrán que aprender lo que les toque aprender según las etapas de su vida, evita mirarlos con el ojo perfeccionista con el que te miras a ti mismo, o con el juicio de valor de “no es suficiente”, o de que “le falta para ser como los demás”, y por el contrario, asómbrate de los logros y avances que va teniendo día con día y reconócelo por eso.

– Evita compararlo con los demás, la ansiedad se siembra ahí (cuando el niño pierde su autenticidad y su valor como persona única) así es que valóralo y velo como niño único que es, nunca jamás pero jamás lo compares con su hermanito, primo o amiguito. Cada quien es diferente, cada quien tiene su proceso y su ritmo, respeta el suyo.

– Por favor, lo que tengas que discutir con tu esposo o con alguien más, y que va a generar tensión, intenta hacerlo en privado, lejos de la presencia de los niños.  Si, entiendo que cuando te llenas de enojo o de impaciencia explotas y no te fijas en las consecuencias, pero no es justo que por no poder manejar tu propia tensión, se la pases a tus hijos.  Los niños son hipersensibles a las emociones densas, al enojo, al resentimiento, a la vergüenza, y tendrán que experimentarlos a su tiempo y a su ritmo, no se las pases si son tuyas.

– Jamás los avergüences o regañes enfrente de los demás, si tienes algo de qué retroalimentarlo, hazlo en privado.  Las semillas de la ansiedad son la culpa, la vergüenza y el miedo, y si tú lo expones ante los demás como.. “todos te vieron caerte, por eso ten más cuidado”, o… “los demás no están comiendo como tú, cierra la boca”, bien pues habrás sembrado el miedo al ridículo y al “qué dirán”, así es que por favor… no lo hagas, edúcalo con amor, explicándole las consecuencias de lo que estás queriendo enseñarle,  pero nunca en base al comportamiento o al juicio de los demás, o porque “como todos así lo hacen, tu también tienes que hacerlo”, porque entonces luego “¿cómo podré ser artista, si todos en mi casa son ingenieros?”

– Si tu vives a prisa, y ocupado y con mil pendientes todo el día, tus hijos no tienen por qué vivir igual.  El ser humano tan vive el momento por naturaleza, que los niños viven el momento, experimentan el ahora, y no se preocupan por el después,  si tu tienes prisa de bañarlos para poder dormirlos y dormirte tú temprano, organiza un horario, pero no los andes correteando, ni regañando porque se tardan en hacer sus cosas.  El disfrutar de las pequeñas acciones es lo que más nos enseñan los niños. Si tú no lo haces, mejor aprende de ellos, pero por favor, no los corretees, no los llenes de actividades todo el día, y dales un tiempo “libre”, en el que no “tienen que hacer” algo en específico, simplemente déjalos explorar y encontrarse con ellos mismos, activar su imaginación, eso reconecta más neuronas que ponerles actividades programadas todo el día.  Porque si no luego llegan momentos como “no puedo disfrutar, tengo que hacer algo productivo o me siento mal”.  (pensamiento recurrente en la ansiedad).

– Otro factor importante en la ansiedad es el de “algo malo va a pasar”, es esa sensación de que… voy a recibir un castigo, o simplemente voy a perder el control, o me voy ahogar, en fin, algo malo está por suceder.  Entonces por favor, olvídate de lo que nos contaban nuestras abuelitas del coco o del lobo debajo de la cama si no te duermes.  El peor método de enseñanza (aunque a veces muy funcional y por eso lo hacemos) es el de usar el miedo para controlar a nuestros hijos, no les siembres la semilla del miedo, lo que sucede es lo que sucede en el momento, no les hagas fantasías de lo que va a suceder después, y menos si es algo desagradable.

– Si ves que tu hijo pequeño ya va llegando a conclusiones determinantes como “esto nunca lo voy a hacer”, o… “siempre me das lo mismo de comer”… o.. “todos los niños están bien raros”, es momento para ayudarlo a encontrar la excepción a esa regla.  Si tu todavía crees que en la vida hay “todo o nada”o “buenos o malos”, te invito a salirte de esos extremos, pues la vida no funciona en blanco y negro, más bien funcionamos en matices de colores.  Cuando tu mente se va cerrando a limitantes, las opciones de solucionar un problema o salir adelante de una crisis o simplemente ser feliz, se van cerrando, y entonces.. “si no me caso no seré feliz”, “si no tengo trabajo soy un perdedor”… y de nuevo, bienvenida la ansiedad.

– Por favor, por favor por favor, evita llenarle su cabeza de creencias de “deberías”, como “tu deberías de ser tal o cual para que te quiera”, “tu deberías de tender tu cama todos los días para desayunar”, desayunar no tiene nada que ver con tender la cama o no, son consecuencias que no tienen nada que ver, más bien hazle ver que si no tiende su cama, en la noche no podrá dormirse calientito y rico, o que él mismo se de cuenta si le gusta o no tender su cama, pero hay “deberías”, que nada tienen que ver con la consecuencia que estás planteando.  En la ansiedad, al no satisfacer todos los “deberías” que tenemos en la cabeza, nos invade la culpa, y con esto la depresión, y se cierra el mundo, por eso por favor, evita hablarle de “deberías”, y por nada del mundo, predispongas el querer satisfacerle una necesidad de cariño o básica como alimento o descanso, a partir de una acción que tenga que hacer.

¿Qué sí hacer?

En fin, podría seguir y seguir, son tantas las semillas que se siembran en nuestra mente y que generan ansiedad que tendría que escribir un libro.

Pero en conclusión, si quieres vacunar a tu hijo contra la ansiedad, ayúdalo a encontrar seguridad en sí mismo, a darse cuenta que es único, a adaptarse al cambio, a creer que sí puede hacer cualquier cosa que se disponga, a que no tiene que satisfacer a los demás para ser amado, a que puede ser diferente a los demás y no pasa nada, a que puede tomar elecciones, a que conozca las consecuencias lógicas y proporcionales a sus acciones por sí mismos, (de nada sirve que se las digas, las tiene que experimentar, ni que se quede sin cenar si rompió un vaso, si lo rompió, que lo recoja y gane dinero para comprar uno nuevo, esa es la consecuencia lógica).

Ayúdalo a ver que pase lo que pase, o por más desagradable que sea un momento, no durará para siempre.

Enséñale a darse cuenta de que tiene pensamientos, y que puede decidir cómo pensar.

Enséñale a relajarse antes de dormir, y estirarse al despertar.

Ayúdalo a descubrir lo que lo hace feliz, y prémialo cuando lo haga.

Algo que se me hace muy curioso es que aprendemos a ganar dinero a partir de hacer algo que no nos gusta (como poner la mesa o barrer), ¿pero cómo sería si le dieras dinero por hacer esa pintura que le nació del corazón?, o al aprenderse de memoria la canción, o cualquier cosa que disfrute, aprendería que puede ganar dinero haciendo lo que le gusta, explotarías su don y su creatividad, y tendrías un hijo “genio”, o más bien… “entendido”´.

Háblale sobre la importancia de decir lo que piensa y lo que siente, por favor escúchalo cuando tenga algo que platicar (aunque para ti sea una babosada, para él es lo más importante del mundo en éste momento de su vida), que no aprenda a callar lo que sienta, o que no es importante lo que dice, y que pueda tener la confianza contigo de decirte lo que quiere y lo que piensa y siente.  Dale chance de intervenir en la plática de los adultos, (tal vez tenga más sentido que lo se esté diciendo), y que vea que puede hacerlo, que no hay “niveles” de conversación.

Permítele tomar decisiones sobre cuestiones diarias prácticas, preséntale opciones para comer y para vestirse, y que pueda elegir lo que le gusta.

Acompáñalo cuando se tenga que enfrentar a algo nuevo, pero no quieras hacer todo por él.  Permite que se caiga para que aprenda a levantarse, si le evitas todas las caídas… no descubrirá su fortaleza interior que ahí está, entonces… cuídalo, más no lo sobreprotegas, y enséñale a cuidarse a sí mismo.

Dale tiempo para estar solo y explorar el mundo sin miedo, ser creativo, hablar con sí mismo, decir lo que se le antoje, bailar como quiera, en fin… ¡lo que quiera!

En general y como punto principal, dale la confianza de poder acudir a ti y decirte lo que piensa, mostrarse tal y como es, ser auténtico y sentirse valorado, apreciado y escuchado.  Con eso, ya vamos de gane…

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