Te quiero compartir uno de los que más me ha ayudado en mi vida personal.
Te confieso que constantemente me enfoco en desarrollar mi inteligencia emocional, ya que cuando tuve ansiedad y ataques de pánico me di cuenta que tenía muy poca, y que había sido la principal causa del sufrimiento en mi vida.
Constantemente entro a cursos y compro libros que me ayudan a mejorar mi relación con mis emociones, aunque desgraciadamente, muchas veces lo hacía con la intención de “no sentir las emociones negativas”. Pues claro, ¿quién quiere sentirlas?
Luego aprendí que no existían emociones negativas, que simplemente se sentían diferente en mi cuerpo: unas más densas que otras, unas más fuertes y dolorosas que otras, pero al final todas eran emociones y todas tenían una causa y un propósito de ser en mí.
Comprendí que no podía no sentir, (como muchas veces escribía en mi diario…”si tan sólo no sintiera..”) sino que más bien se trataba de aceptar mis emociones para poder transformarlas, para poder remplazarlas por otras que me hicieran contactar con quien verdaderamente soy.
Después, en este proceso de aceptar mis emociones, perdí la prisa por cambiarlas pues me di cuenta que cada emoción me traía algo positivo y que estaba bien sentirme como fuera que me sintiera si lo aprovechaba para entrar en mi interior y descubrir mis pensamientos que generaban esa emoción densa.
A partir de las emociones “desagradables o densas” fue que descubrí mis pensamientos negativos y creencias irracionales que tenía sobre mi y la vida, y entonces ahí empecé a ver que mis emociones eran una oportunidad para conocerme más y transformarme a niveles más profundos.
En estos tiempos de practicar el cambiar mis pensamientos para dejar de sentir ciertas emociones, me di cuenta de que estaba apegada a la emoción en sí, y que aunque yo ya sabía que estaba fundamentada en una mentira, seguía reforzándola y seguía sintiéndola.
De igual forma, aunque los hechos me demostraran que no tenía razón para sentirme de esa forma, o aunque las personas involucradas me expresaran que lo lamentaban e inclusive me pidieran perdón, yo seguía mentalmente reforzando la historia, el cuento y la situación que me llevaba a generar esas emociones negativas.
Y entonces me di cuenta de lo apegada e identificada que estaba con vivir con estados emocionales densos, negativos, intensos, dramáticos…y fue que comprendí, que no se trataba de no sentir las emociones negativas o de no tener pensamientos negativos, sino de estar dispuesta a desapegarme de esos estados emocionales que parecían darle sentido a mi existencia.
Desapegarte de tus emociones es el acto de amor propio más grande que puedes hacer por ti mismo.
Fue así que llegué al secreto que te quiero compartir, y es que para cambiar de una emoción densa a una positiva o para simplemente sentirte mejor, has de realmente preferir sentirte mejor que seguir en el drama y en el sufrimiento.
Has de tener la humildad suficiente para reconocer que esa emoción no tiene fundamento y que no pasa nada si la dejas ir; no pasa nada si te dejas sonreír nada más porque sí, no pasa nada si de repente aceptas que estás feliz o si de un momento a otro no tienes nada de qué preocuparte.
Realmente, no necesitas estar preocupado por algo todo el tiempo, ni triste ni ansioso, puedes vivir libre de todas esas emociones, pero has de estar dispuesto a dejarlas ir.
Quizás porque no sabes cómo estar de otra forma, quizás estás acostumbrado a sentirte mal y te sientes incómodo cuando te sientes bien, quizás porque sentirte bien te da miedo por la posibilidad de volver a sentirte mal, quizás porque quieres reforzar tu punto o demostrar que tenías razón, quizás porque no estás dispuesto a darle la razón a alguien más o a la vida misma… quizás porque crees que eres complicado, ansioso o depresivo y tienes que reforzar esa idea en tu cabeza una y otra vez reviviendo emociones densas y complejas.
Pero yo pienso ¿realmente vale la pena vivir nuestros días sufriendo? ¿por qué no mejor dejar ir esos estados emocionales y disfrutar del presente con lo que trae para ti? ¿por qué no mejor desapegarte del pasado y vivir hoy sin miedo al futuro?
A veces creo que es cuestión de decidirlo; decidir seguir aferrado a un sentimiento que te atora y te hace daño, o dejarlo ir y regresar a tu equilibrio.
Inclusive, hay veces que no encuentro el pensamiento negativo o de dónde proviene mi estado emocional denso, pero después de permitírmelo sentir, lo dejo ir porque sé que muy probablemente está basado en ideas sin fundamento.
Hay veces que no es necesario hacer un trabajo de introspección o comprender perfectamente por qué te sientes así, pues muchas veces repetimos emociones por memoria neuronal o celular, y has de poder reconocer cuáles son esas veces para abrirte al desapego y poner tu atención en el presente.
Desapegarte de tus emociones es un acto de amor por ti mismo, pues estás dejando ir aquello que no te está permitiendo respirar tranquilo o encontrar una respuesta. Dejar ir estados emocionales que no te ayudan en pro de estar en paz y en equilibrio, definitivamente es algo que sí puedes hacer por ti para demostrarte que te amas y que esperas lo mejor para ti.
Y no se trata de que caigas en la psicología positiva ilusoria y mentirosa de “viva los optimistas soy feliz todo el tiempo”, sino que estés dispuesto a dejar ir aquellos sentimientos que estaban fundamentadas en pensamientos que ya te diste cuenta que están distorsionados, o en situaciones que ya están resueltas.
Y algo de lo que hay que desapegarnos también, es de la presión y autocrítica por sentirnos mejor. Simplemente desapegarte del “me tengo que sentir bien”, y permitirte sentirte como sea que te estás sintiendo por unos momentos. Sin pensar, sin querer resolver, sin entender, sin actuar en base a ese estado emocional, simplemente vivirlo, pues está sucediendo y merece la pena ser vivido sin juicios ni etiquetas.
Y ya después, podrás dejar ir ese estado en sí, pero primero te invito a que dejes ir la presión añadida a tu malestar emocional.
Y una vez que te desapegas de ese estado emocional que no te beneficiaba, es momento de acostumbrarte y fluir con el cambio a otro estado emocional. No se trata de que ahora te fuerces a sentirte feliz en automático, sino que más bien experimentes el ni sentirte enojado o triste, y ni sentirte feliz.
En la transición de un estado emocional a otro, puedes sentir una muy agradable neutralidad. Y es con esta neutralidad con la que puedes llegar a sentirte cómodo, pues muchas veces estamos buscando intensidad para sentirnos vivos o para darle sentido a la experiencia, pero te recomiendo que te hagas amigo de la neutralidad y te des cuenta de lo agradable que se siente.
Y después, podrás vivir una nueva experiencia que genere en ti una nueva emoción, permitirte sentirla, vivirla, dejarla pasar y abrirte a otras nuevas.
Mi secreto es dejar ir y desapegarme de lo que no me ayuda en el momento y elegir estar en paz conmigo misma, inclusive sintiendo emociones desagradables o densas, inclusive en medio de un momento difícil; es permitirme sentirme en paz como una elección que proviene del amor propio.
Aclaro, como muchas veces en la vida… a veces me funciona y otras veces no, pero cada vez que lo practico me sale mejor y por eso es lo que hoy te quiero compartir para que no dures tanto tiempo en estados emocionales que podrías ahorrarte.