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Ansiedad Generalizada

¿Cómo reducir la tensión de tu cuerpo causada por estrés y ansiedad?

¿Cómo reducir la tensión de tu cuerpo causada por estrés y ansiedad?

No somos ajenos al estrés. Es muy probable que todos lo hayamos experimentado alguna vez. A veces o en ciertos casos con mayor frecuencia. Al estar bajo presión es común experimentar tensión en el cuello, dolor de espalda y la sensación de siempre estar abrumado. Aunque el estrés no es peligroso ni malo si se gestiona correctamente, puede traer algunos efectos adversos a nuestro cuerpo y nuestra mente si no se sabe controlar.

Para empezar, reconoce lo sabio que es tu cuerpo

Nuestro cuerpo es infinitamente sabio e inteligente. Está ahí para servirnos, para ayudarnos, para hacernos la vida más fácil. No es nuestro enemigo en ningún sentido. Al contrario, es nuestro mejor amigo, aquel que soporta todas las negligencias que llegamos a cometer, la falta de atención, la explotación, el maltrato y hasta el abuso que podemos llegar a generarle.

El cuerpo es un comunicador experto de nuestras emociones, un termómetro exacto del ambiente emocional en el que estamos. Es también una alarma precisa de cuando nos percibimos en peligro. Y es el mejor agente de seguridad que podemos contratar, pues es capaz de activar en un microsegundo todas las estrategias necesarias para hacerle frente a ese riesgo y así mantenernos con vida.

Por otro lado, es nuestro cuerpo, desde nuestra piel hasta nuestros órganos internos, el que nos permite conocer y experimentar la vida en todos sus sentidos, así como relacionarnos con los demás y con la naturaleza misma.

Desafortunadamente, hemos perdido el respeto que antes le teníamos a nuestro cuerpo y hemos olvidado lo valiosa que es la información de la cual nos provee, principalmente aquella sobre lo que está pasando dentro de nosotros.

Dicho esto, ¿por qué se acumula la tensión en nuestro cuerpo?

La tensión muscular que acumulamos en el cuerpo se debe a nuestra respuesta de lucha o huida. El cuerpo reacciona de forma natural al estrés tensando los músculos, aumentando nuestra fuerza y velocidad para que podamos huir de una amenaza o defendernos de un ataque físico. Esto suele denominarse como “reacción de lucha o huida” de nuestro sistema nervioso.

Sin embargo, cuando este estado se vuelve crónico (es decir, persistente en lugar de temporal), provoca un exceso de tensión muscular que causa dolor en el cuello, los hombros y la espalda, e incluso dolores de cabeza (las famosas cefaleas tensionales).

Los músculos tensos también tienen un impacto en el pensamiento, ya que aumentan los niveles de ansiedad y eso hace que estemos más inquietos e irritables, ¡algo que nadie quiere!

Aunque hay muchas razones por las que la gente sufre demasiado estrés, ya sea en el trabajo, en casa o en su vida personal, la mayoría de nosotros no nos detenemos a pensar en la tensión que vamos acumulando.

Resumiendo, acumulamos tensión porque nuestro cuerpo quiere protegernos de nuestro propio descuido, y lo hace mandándonos el mensaje de que nos estamos estresando demasiado, que llevamos mucho tiempo pensando en el pasado o futuro, que no hemos procesado o sacado nuestros enojos, que no le hemos dado lo que necesita en términos de descanso, en fin, que de alguna u otra manera nos estamos descuidando y ya es momento de ponernos atención a nosotros mismos.

Por lo tanto es esencial que aprendamos a escuchar y cuidar de nuestro cuerpo, porque constantemente nos está enviando mensajes. Una vez que reconozcamos lo valiosas que son estas señales, tomar las medidas para relajarnos será mucho más fácil. Y esto no sólo mejorará nuestro estado mental, sino que también nos ayudará a aliviar cualquier malestar físico relacionado con la fatiga muscular.

¿Cómo reconozco los momentos que me hacen aumentar la tensión?

La tensión aumenta cuando pasas por alto las pequeñas incomodidades y sigues haciendo lo mismo. Pasa el tiempo y llega un momento en que el dolor es tan fuerte que tienes que pedir ayuda profesional.

Aquí te damos algunos ejemplos prácticos:

  • Cuando te enojas por algo aprietas la quijada, y al apretarla los músculos de tu hombro se van tensando también. Entre más aprietas, mayor tensión se acumula. Pero es necesario que pienses qué fue lo que te hizo apretar en primer lugar. Quizás es por algo que no has aceptado, porque estás enjuiciando a los demás, o porque no has expresado lo que te molesta, es decir, has descuidado tus emociones.
  • Cuando estás nervioso por algo empiezas a apretar el abdomen, y esto genera que los músculos de tu espalda baja también se contraigan. A la larga se origina, claro, dolor de espalda baja, quizás debido a que no has cuidado tus pensamientos y temes algo que no es real.
  • Cuando estás en una misma posición por mucho tiempo y dejas de ponerle atención a la incomodidad de tu cuerpo, entonces empiezas a generar tensión. En otras palabras, te has descuidado al no tener la capacidad de hacer lo que estás haciendo de manera relajada y te olvidas de mover tu cuerpo cada hora.
  • Cuando estás constantemente preocupado por algo mientras haces otras cosas tu cuerpo se tensa, pero como sigues activo la tensión aumenta y aumenta hasta que se hace demasiado grande.

¿Cuál es la relación entre la tensión muscular y la ansiedad?

Además de los sentimientos de miedo y preocupación característicos de la ansiedad, estos suelen ir acompañados de síntomas físicos, entre ellos la tensión muscular.


La respuesta de lucha o huida desencadena una respuesta de tensión: los músculos se tensan porque así preparan al cuerpo para reaccionar, y una vez que la situación estresante ha desaparecido se vuelven a relajar.


Se trata de una reacción refleja para protegernos y en realidad no es dañina, excepto cuando el estrés se convierte en un estado crónico y llega a niveles de ansiedad. En ese caso los músculos jamás se relajan, sino que se mantienen en un estado de tensión constante.

También existe una interesante conexión entre los patrones de pensamiento y las sensaciones corporales. Porque si estás pensando que algunos de tus músculos están tensos, poco a poco empezarás a sentir mayor tensión en el resto de tu cuerpo. Por otro lado, si piensas que la tensión “va a desaparecer”, puede ser que ésta empiece a disminuir.

Estos dos ejemplos muestran cómo la ansiedad puede afectar a la salud mental y física a la vez. Por eso mismo deberías hacer todo lo posible por reducir los niveles de estrés y así, con el paso del tiempo, no tener demasiado cortisol acumulado en tu sistema.

También es común que durante un ataque de pánico aumente la tensión muscular, ya que intentamos combatir las sensaciones físicas y los pensamientos catastróficos del momento generando más resistencia, lucha y control sobre nosotros mismos, entonces, al no permitirnos sentir, solo hará que la tensión interna y la respuesta de miedo crezca, nuevamente entrando en el círculo vicioso de tensión. 

Además, las hormonas del estrés, como el cortisol, tienden a desencadenar otras reacciones físicas que aumentan la ansiedad, como la aceleración del ritmo cardíaco y la dificultad para concentrarse, lo que facilita sentirse fuera de control o abrumado.

¿En qué partes del cuerpo es más común que se acumule la tensión?

La tensión muscular se acumula normalmente en el cuello, los hombros y la espalda. Esto se debe a que pasamos mucho tiempo sentados, encorvados sobre escritorios o al teléfono. Cuando nos sentamos durante periodos prolongados con una postura inadecuada puede producirse una tensión en estas zonas que acabe provocando dolor y molestias crónicas.

La tensión suele acumularse por los movimientos repetitivos, como teclear o conducir, que la gente realiza sin pensar en su postura, lo que aumenta la probabilidad de que la tensión muscular se acumule en todo el cuerpo en lugar de una sola zona.

¿La sensación de falta de aire está relacionada con la tensión muscular?

La tensión muscular también nos puede ocasionar una sensación de falta de aire. Si la tensión se ha acumulado en la parte superior del cuerpo puede oprimir la cavidad torácica y dificultar la respiración profunda, lo cual repercute en la cantidad de oxígeno que llega a nuestro torrente sanguíneo y que es esencial para darnos suficiente energía y estar alerta a lo largo del día.

La falta de aire también contribuye a generar o aumentar la sensación de ansiedad, porque empezamos a preocuparnos por nuestra respiración o por tener un ataque de pánico. Cuando esto se convierte en algo crónico, muchas personas experimentan una sensación persistente de falta de aire aunque no haya ningún motivo de preocupación, como cuando hacen ejercicio o esfuerzo.

La falta de aire también puede ser un síntoma de hiperventilación relacionada con la ansiedad, que es cuando las personas respiran demasiado profunda y rápidamente para compensar la sensación de tensión muscular en la cavidad torácica. Puede que ni siquiera se den cuenta de que esto sucede, ya que suele ocurrir en momentos en los que están estresados, por lo que cuando sienten que les falta el aire ya ha pasado algún tiempo y se ha convertido en un hábito.

Cuando esto ocurre repetidamente a lo largo del día hace que sean más frecuentes otros síntomas, por ejemplo el cansancio, la irritabilidad y la dificultad de concentración.

Experimentar episodios frecuentes en los que nos cuesta respirar profundamente puede activar nuestro sistema nervioso, por lo que la relación entre la tensión muscular y la falta de aire se vuelve cíclica si no se trata.

¿Cómo empezar a reducir la tensión en mi cuerpo?

Las técnicas de relajación, los ejercicios de respiración y los estiramientos suaves pueden ser un buen comienzo para mejorar la salud y el bienestar. Identificar formas de sentirte más tranquilo, más feliz y menos estresado o ansioso te ayudará a controlar la tensión muscular.

Lo primero que debes tener en cuenta es que tu cuerpo te dirá cuándo necesita atención. El problema es que normalmente ignoramos estas señales.

Cuanto más tenso y estresado te sientas, menos capaz serás de identificar los mensajes que envían tus músculos; por eso es importante no sólo que te relajes, sino también que aprendas a relajarte en cualquier momento si es necesario.

Empieza por observar tu cuerpo y date cuenta del momento exacto en el que empiezas a tensarlo, para que ahí intentes relajarte, respirando profundo y soltando tus músculos.

Genera los cambios internos que necesites para tener tu mente y tus emociones en paz, así los resultados se verán reflejados en el exterior.

De igual manera, te recomendamos una técnica de relajación que sirve para no generar estados de tensión altos durante el día. Puedes tomarlo como una rutina de autocuidado.

Técnica de relajación y autocuidado

  1. Ten la disposición para relajarte. Toma la decisión y vete a un espacio donde puedas sentarte o recostarte sin que te molesten.
  2. Activa la actitud de estar dispuesto a atravesar por el malestar sabiendo que al final llegarás a la relajación.
  3. Empieza a sentir lo que aparezca ante ti, ya sea una sensación o tu respiración. Conecta con tu cuerpo y ubícate en tus sensaciones.
  4. Permite la liberación de tensión. Si te dan ganas de llorar o si sientes que el malestar aumenta, permite que tu cuerpo lo libere a través de un movimiento, una expresión, un llanto o un temblor, haciendo a un lado la interpretación mental, dejando de juzgar si es algo bueno o malo.
  5. Por último, permítete descansar. Suelta la tensión de tus músculos. Deja caer el peso de tu cuerpo y permite que tu respiración se vaya calmando. Abrázate, agradécete y tómate el tiempo que necesitas para descansar. 

Ejercicios para desbloquear la tensión corporal y aprender a relajarnos en cualquier lugar

Aquí te presentamos algunas técnicas de relajación que puedes poner en práctica en cualquier momento y en cualquier lugar, las cuales te ayudarán a disminuir el estrés, la ansiedad y, por lo tanto, la tensión corporal.

Para la oficina y otros lugares:

  • Párate de tu asiento por lo menos una vez cada hora. Busca la manera de ver el cielo y respirar de manera profunda y consciente durante unos cinco minutos. No lo veas como una pérdida de tiempo, sino como una inversión en ti y en tu bienestar, lo cual te ayudará a aprovechar mejor tu día.
  • Voltéate en la silla en la que estás sentado y abraza el respaldo, primero volteando hacia el lado izquierdo y después hacia el lado derecho, siempre manteniendo las piernas hacia el frente.
  • Gira el cuello en diferentes direcciones.
  • Respira profundo y suelta los músculos de tu abdomen.
  • Mueve tu boca como lo hacen las vacas o camellos, simulando que estás masticando pasto. Aunque te vean los demás, hazlo para relajar la quijada y liberarla de molestias y tensiones.
  • Aprieta con cuidado los ojos por cinco segundos y ábrelos lentamente. Repite el ejercicio unas cinco veces y verás cómo terminas apretando y desapretando toda tu cara, esa es la intención.
  • Date un ligero masaje. Alrededor de tus ojos, pasando por tus cejas y tu entrecejo.

Para antes de dormir y realmente descansar:

  • Reposa tus pies en agua caliente con sal por lo menos durante cinco minutos. Verás cómo tu cuerpo empieza a relajarse.
  • Estírate como tú quieras y necesites. Con los brazos extendidos hacia el cielo, hacia abajo, a los lados. Ve desbloqueando lo que en el día fuiste tensando.
  • Escribe todo lo que te preocupa, todos tus pendientes, y no intentes buscar soluciones antes de dormir, mejor toma la decisión de hacer algo al respecto al día siguiente.
  • Piensa o escribe 10 agradecimientos del día. De esta manera estarás conectando con lo positivo que te sucedió y te relajarás aún más.
  • Come un pedacito de chocolate amargo con más del 50 % de cacao natural, te ayudará a sentirte mejor.
  • En las últimas horas del día disminuye la intensidad de las luces y los sonidos. Deja de sobreestimular tus sentidos para que tu cuerpo se vaya acurrucando poco a poco.
  • Prepara un ritual de sueño. Consiéntete. Baja el volumen de tus pensamientos.
  • Date un masaje de cuerpo completo a ti mismo. Si puedes hacerlo con alguna fragancia o aceite esencial de lavanda, mejor.
  • Prende un incienso o esparce olores que te sean agradables y relajantes.
  • Hazte bostezar tú mismo. Además de estirar la quijada, le mandarás un mensaje a tu cuerpo de que ya es hora de dormir.
  • Medita, haz oración o contempla. Lo que tú prefieras, pero haz un alto en tu mente por lo menos diez minutos antes de dormir.

Para el día en general:

  • Haz una cosa a la vez. Cuando quieres hacer muchas cosas al mismo tiempo tu cuerpo inmediatamente se tensa.
  • Muévete constantemente. Evita estar mucho tiempo en una misma posición. 
  • Obsérvate e identifica cuándo empiezas a tensarte. Respira profundo y, al exhalar, libera la tensión.
  • Tómate espacios para estar contigo, escucharte, sentirte, respirar.
  • Practica aceptar la manera de ser de los demás y las acciones que realizan, así como los sucesos que pasan. No intentes controlarlos o enjuiciarlos y verás que tu cuerpo se mantiene relajado.
  • Manténte hidratado y alimentado constantemente. Y ve al baño cuando lo necesites. Recuerda que tu cuerpo se tensa cuando no tiene cubierta alguna necesidad.
  • Estira y mueve los dedos de tus manos y de tus pies. Puedes girar las muñecas y los tobillos. Apretar y aflojar. Esto activará tu sistema nervioso junto con tu circulación.
  • Haz una actividad que disfrutes. Baila, camina, nada, pasea, dibuja, canta.

Libera la tensión acumulada con fisioterapia

Otra de las cosas que te podemos recomendar es liberar la tensión con ayuda de la fisioterapia. Un cuerpo y una mente relajados es justo lo que necesitamos, pero nuestros músculos simplemente se negarán a relajarse si no les damos la oportunidad de liberar esa tensión con algún tipo de tratamiento terapéutico.

Si lo piensas, la acumulación de estas tensiones en los músculos sólo tiene sentido porque siempre tendemos a mantenernos ocupados en momentos de estrés o ansiedad, tanto que incluso después de todas esas horas de trabajo o estudio (o ambas cosas), al terminar el día todavía nos queda suficiente energía para sentarnos sin hacer nada y dejar que todo se vaya.

Pero, ¿por qué la fisioterapia? Bueno, en primer lugar porque hay muchos tipos de tratamientos y seguro que encontrarás el mejor para ti. Algunas de las terapias más comunes son los masajes, los ejercicios de estiramiento o la terapia de calor.

Además, la fisioterapia también puede ser útil para restablecer nuestros niveles de energía y ayudarnos a recuperar tanto la claridad mental como la fuerza física después de un largo periodo de estrés.

¡Anímate a buscar otras opciones para relajarte!

En conclusión, tu cuerpo es un reflejo de tu interior

Si en tu interior hay preocupaciones, enojos o descuido, también habrá tensión. Y esa es la causa real del desajuste y desequilibrio que más adelante ocasiona enfermedades y demás dolencias.

Si has pasado por momentos de tensión prolongada, es importante que le des a tu cuerpo sesiones de relajación continuas para restablecer el equilibrio natural de tu cuerpo. Pues ten en cuenta que tu cuerpo tiene memoria y, a pesar de que desaparezca lo que te estresa o genera peligro, tiende a mantener ese estado de alerta y tensión, a menos de que te dediques a relajarlo conscientemente.

Antes de despedirnos, queremos recordarte que toda la información que aquí te compartimos, así como los ejercicios que te sugerimos, no sustituyen lo que es una terapia psicológica o un diagnóstico. Por lo que te invitamos a buscar ayuda profesional para encontrar la guía adecuada.


Colaboradores: Mary Florez y María Milagros

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