Ansiedad Generalizada
Si estás en el rol de cuidador de una persona mayor, de seguro conoces muy bien el reto que supone hacerlo, debido a su estilo de vida y sus necesidades, tan diferentes a las nuestras. Por lo mismo, los cuidadores suelen pasarse el día tratando de complacer a los demás mientras descuidan sus propias necesidades y deseos.
El sector de los cuidadores ha crecido exponencialmente en los últimos años a medida que la población de personas mayores sigue aumentando. Con este crecimiento también han aumentado los retos del cuidado, lo cual puede hacer que los cuidadores se sientan abrumados y a menudo poco apreciados. Para que los cuidadores superen estos obstáculos y proporcionen una atención de calidad, necesitan un sistema de apoyo sólido y recursos que satisfagan sus necesidades para poder tener éxito. En este artículo se analizan los retos que plantea el cuidado de personas mayores y cómo lograr hacerlo con éxito.
Los cuidadores informales son las personas que se encargan de cuidar a un ser querido que es mayor o discapacitado y que no es capaz de realizar por sí mismo las actividades básicas de la vida diaria.
Esta responsabilidad puede resultar abrumadora para el cuidador principal, hasta el punto de que empieza a adoptar un estado poco saludable conocido como síndrome del cuidador primario, lo cual ocurre porque estas personas no tienen una formación específica en el cuidado y no cubren un horario definido, sino que dedican la mayor parte de su tiempo a esta tarea.
El cuidador principal suele descuidar sus propias necesidades para atender a la persona a la que cuida, pero esto resulta perjudicial, pues con el tiempo puede producir agotamiento tanto físico como mental y originar depresión o mal manejo de la ansiedad. Por eso siempre debe haber grupos de apoyo a los que puedan acudir los cuidadores primarios si es necesario, pues estas personas necesitan a otras que entiendan lo que están pasando para así no sentirse aisladas.
Las personas que padecen el síndrome del cuidador primario tienden a presentar insomnio, pérdida o aumento de peso debido a malos hábitos alimenticios, nerviosismo al realizar tareas básicas como bañar a otra persona, no querer tener más amigos a su alrededor ya que no quiere que vean a su ser querido en un estado vulnerable, y suelen volverse negligentes a la hora de cuidar de sí mismos y de sus propias necesidades.
Dedicar la mayor parte de nuestro tiempo a cuidar a nuestra familia puede traernos alegría, pero también puede aumentar los niveles de estrés y causar agotamiento, lo cual es algo común.
Por lo tanto es normal que aparezcan sentimientos encontrados o en conflicto ya que los cuidados exigen tiempo y energía:
Y sobre todo: cuidar de otra persona hace que nos olvidemos de cuidar de nosotros mismos. Damos tanto que a veces parece egoísta pensar en nuestras propias necesidades. Sin embargo, poner en riesgo tu salud es una mala idea en cualquier situación, seas o no cuidador. Por ello, es importante encontrar la forma de equilibrar estos dos aspectos: ¡proporcionar buenos cuidados y mantener unos límites saludables contigo mismo y con los que te rodean!
En otras palabras, los cuidadores a menudo no se cuidan a sí mismos porque se sienten culpables de dedicar tiempo a sus propios deseos y necesidades cuando siempre hay algo más que hacer. Como resultado, se descuidan y esto sólo añade más estrés a una situación ya difícil: empieza el cansancio, el estrés, la irritabilidad y, en algunos casos, aparece incluso la depresión. Tener estos sentimientos desagradables nos generan mayor desgaste y, posteriormente, culpa, por sentirse egoísta.
Los cuidadores también corren el riesgo de perder su sentido de la identidad, porque gran parte de lo que son se define por los cuidados que prestan a otros. Es por esto que el cuidado de personas presenta muchos retos para quienes se dedican a esto.
Aunque los cuidadores saben lo importante que es su papel, es esencial que se tomen un tiempo de descanso de sus responsabilidades para recargarse y poder satisfacer mejor las necesidades de su familiar de forma regular, logrando un impacto positivo en la vida de su ser querido.
La decisión de convertirse en cuidador puede ofrecer increíbles recompensas, pero también viene acompañada de retos a los que hay que prestar atención antes de que se vayan de las manos. Así que trabaja en estar bien tú mediante estrategias de autocuidado, como tomarte un tiempo libre para probar nuevas actividades que te permitan relajarte.
Cuando los miembros de la familia están enfermos o necesitan cuidados, no sólo se sienten mal ellos, sino también quienes los cuidan, lo cual puede ser muy frustrante y agotador. Por eso, al aceptar cuidar a nuestros familiares, estamos también aceptando una gran carga tanto física como mental, pues nos estamos responsabilizando por completo de una vida ajena y, poco a poco, se va perdiendo la independencia.
¿La queja más común de los cuidadores? No tener suficiente tiempo para cuidarse a sí mismos... Esto hace que cuidar sea aún más agotador porque acabas sintiendo que siempre hay algo que no funciona en tu vida . ¿Cómo se puede afrontar este problema? Aquí te damos algunas recomendaciones:
El primer paso es asegurarte de que tienes tu propio sistema de apoyo. Estar en contacto con amigos y familiares te permitirá tener tiempo libre de las responsabilidades del cuidado para poder cuidarte física y emocionalmente.
Haz lista, prioriza tareas y asegúrate de que en la organización de tu día has planificado actividades sólo para ti. Si alguien necesita ayuda en casa en el momento que tú habías decidido dedicar a ti mismo, haz lo posible por encontrar un reemplazo: pregunta a un amigo, a un vecino o a un cuidador profesional si puede ofrecer su servicio.
También es importante aprender a no culpabilizarnos por sentirnos mal ni por hacer cosas para nuestro propio cuidado.
Tomarte un tiempo libre de tus responsabilidades como cuidador es la mejor manera de recargarte mental y físicamente para poder seguir prestando cuidados de calidad con regularidad. Si no lo haces, aparecerán incluso más sentimientos negativos. Así que aprende a escucharlos y préstales atención, para que puedas trabajar en ellos.
Al momento de buscar actividades que te den un respiro, busca probar nuevas experiencias, como tomar una clase de arte o unirte a un club de lectura para no sentir que toda tu vida gira en torno a las responsabilidades de cuidar.
No tengas miedo de pedir a los demás familiares apoyo para que la responsabilidad del cuidado no recaiga en una sola persona. Organicen tiempos y actividades que hagan la tarea más amena. Y siempre muestren respeto y empatía por lo que hace el otro.
Los cuidadores no son superhumanos. Necesitan el apoyo de los demás como todo el mundo.
Estas estrategias de autocuidado te ayudarán a continuar con tu labor sin experimentar el agotamiento y otros efectos negativos asociados al estrés y a la falta de tiempo para reponer fuerzas.
Recuerda que somos seres empáticos. Las personas que requieren cuidados especiales pueden tener cambios en su estado de ánimo y esto puede afectarnos. Algunas veces habrás experimentado sentirte molesto o triste sin poder identificar realmente qué fue lo que cambió en ti. Puede ser que estés reflejando las emociones de la persona que estás cuidando, así que pon en práctica un diálogo interno: ¿Estoy reflejando la molestia o tristeza de la persona que estoy cuidando o es algo que viene de mí?
Aprender a identificar nuestras emociones y saber separarlas de las que vienen dadas por empatía puede ayudarte a poner límites y sentirte más cerca del equilibrio.
Si eres un cuidador primario, los retos que supone atender a un ser querido que envejece pueden causarte ansiedad e incluso depresión. Y a veces es difícil saber dónde acaban tus responsabilidades como cuidador y dónde empiezan las de los cuidadores profesionales.
¿Entonces cómo podemos ayudar? En nuestra página encontrarás más información sobre el cuidado de los adultos mayores que te resultará útil para este reto que estás enfrentando. Recuerda siempre que no estás solo y que pedir ayuda está bien.
Esperamos que, siguiendo estos consejos, encuentres la paz sabiendo que, independientemente de quién proporcione los cuidados o del tiempo que tenga cada día con su ser querido, todos tienen buenas intenciones de corazón.
Antes de despedirnos, queremos recordarte que toda la información que aquí te compartimos, así como las recomendaciones que hacemos, no sustituyen lo que es una terapia psicológica o un diagnóstico. Por lo que te invitamos a buscar ayuda profesional para encontrar la guía adecuada.
Colaboradores: Pablo Aparicio y María Milagros.