Gracias a la práctica de Mindfulness pude darme cuenta de ese pensamiento, y más allá de realmente meterme en un conflicto por querer responderlo, más bien me di cuenta que el que haya tenido ese pensamiento, hablaba de que una parte de mi seguía pensando que al tenerlo todo, se tiene que ser feliz.
A los pocos momentos...me respondí, que no porque tengo todo lo que había soñado significa que tenía que ser feliz, y cerré mis ojos para liberarme de la culpa o presión por sentirme triste, pues ¿qué crees? la felicidad no siempre depende de tenerlo todo en la vida.
Se podría decir que crecí con todo lo necesario para vivir, pero a la vez, vivíamos con bastantes carencias, las cuales se aumentaban cuando comparaba mi vida, mis cosas, mi casa, mi familia y hasta mi cuerpo, con la vida, casa y cuerpo de mis amigas, quienes resultaban ante mi percepción, totalmente perfectas.
Crecí en un medio ambiente donde mis compañeros de escuela tenían las casas más grandes y bonitas de la ciudad, de verdad... sus papás llegaban en ellos en puras camionetas town and country a la hora de la salida y su lunch era de cosas ricas de Costco, cuando la tienda ni si quiera estaba en mi ciudad, eso significaba que iban a la Ciudad de México a comprar, cosa que para mí ya era de las grandes ligas jejeje
Y a nosotros no nos iba igual de bien que a sus papás, y aunque siempre asistí a las mejores escuelas, lo hacía becada y con bastantes dificultades y esfuerzo por parte de mis papás.
Esto contribuyó a que por mucho tiempo pensé que quizás si tuviera la casa, el dinero, las facilidades, el cuerpo, la ropa y cierto tipo de actividades...como las clases de tennis y la alberca de mis amigas, entonces sería igual de feliz que ellas.
Sin darme cuenta, poco a poco se fue generando en mi la idea de que ellas eran felices porque lo tenían todo en la vida, y si yo no lo era, pues era por eso mismo.
No sabía realmente cuál era la causa de mi infelicidad, solamente sabía que si todo fuera diferente en mi vida, sería feliz. (lógica y comprensible equivocación infantil)
Pensar así me generó muchos problemas, frustraciones y la necesidad de que alguien llegara a darme todo eso que según yo me haría feliz, me quejaba de no tener las facilidades para viajar, vestir ropa que me quedara bien o el dinero para ir a la nutrióloga para que me ayudara a bajar de peso.
Me la vivía esperando a que esta situación cambiara, a que mi papá encontrara un súper trabajo, o que llegara algún novio a regalarme esta vida.
Hasta que gracias a la ansiedad y al proceso de hacerme responsable de mi misma, dejé de esperar y asumí el proveerme de todo aquello que quería. Hasta el día de hoy, donde gracias a mi profesión y seguir mis sueños, puedo decir que me he generado la vida ideal, y ahí es donde sí creo que todo es posible.
Sin embargo, caí un poco en el error de creer que si yo me generaba todo esto, ya no tendría ninguna razón para sentirme mal en mi vida.
Y entonces... así fue como hoy, al sentirme triste, pude ver esa creencia albergada que se hizo presente, en el sentido de que empecé a cuestionarme negativamente a mi misma, metiéndome cierta culpa, por sentirme triste al mismo tiempo que reconocía que por primera vez en mi vida puedo decir que no me hace falta nada. Bueno, quizás, un huskie jeje pero... real, realmente, no me hace falta nada.
Y aquí el error está en pensar que porque lo tienes todo, no tienes derecho a sentirte triste.
Ese es un grave error de pensamiento, que proviene de la creencia de que la felicidad proviene de tenerlo todo, que en mi caso provino de que en mi infancia llegué a esa conclusión.
Y como quizás ya te has dado cuenta, no siempre sucede así.
Yo me di cuenta que no siempre tenerlo todo te da la felicidad cuando llegué a vivir a una casa que desde hacía mucho tiempo soñaba, y sí, tenía a mi huskie, a mi esposo e hijo perfectos, la alberca enorme donde nadar, la vista al atardecer...la calzada bonita para salir a caminar...
Y como a los dos meses de vivir ahí, empecé a discutir con mi esposo y se empezó a apoderar de mi una sensación de frustración por no querer que la discusión escalara.
No me permitía sentir ninguna dificultad pues ¿Cómo?! si ya estaba viviendo mi vida de mis sueños? ¿si lo tenía todo?
Hasta que me di cuenta que estaba tensándome a mi misma por vivir la vida perfecta y encontrarme discutiendo con mi pareja mientras que miraba la alberca en el jardín, fue algo muy raro, muy confuso en su momento, pero con muchos aprendizajes.
De cierta forma, la discusión no quedaba con el lugar, todas las asociaciones que yo tenía con ese tipo de lugares eran positivas, era como si discutir en un lugar no bonito fuera aceptable pero ahí no. Si, es raro... pero así lo sentí.
A los pocos meses nos salimos de ahí pues nos dimos cuenta que peleábamos por la presión económica de mantener semejante casota jeje.
Desde ahí me he venido liberando mucho de esta creencia, pero sobre todo, me di cuenta que la felicidad no proviene del lugar en el que estoy, ni de las cosas y ni si quiera de las personas que me rodean.
Y hoy lo confirmo de una manera diferente, y es que una cosa no tiene que ver con la otra. Yo sé que puede parecer frustrante, sobre todo si llevas toda tu vida tratando de generarte aquellas cosas o situaciones que crees que te pueden dar felicidad, y creéme que sí ayudan mucho, que sí son muy importantes, que sí proveen de bienestar, pero lo que real, realmente importa, es algo más que te platicaré más adelante.
Primero: No te sientes culpable por sentirte triste mientras que lo tienes "todo", no te sientas culpable porque no tienes razones justificables por sentirte mal, no te sientas culpable porque quizás haya personas en situaciones menos favorables que las tuyas, como si ellos sí tuvieran razones para sufrir y tú no. Cualquier ser humano, en cualquier circunstancia, puede sentirse triste o infeliz, independientemente de las cosas que tenga, de su familia perfecta o de dónde viva.
Segundo: Tampoco se trata de que creas que todas esas cosas no son importantes, sino más bien que no porque las tienes, significa que tengas que presionarte a ti mismo por nunca sentirte mal.
Tercero: Quizás es momento de descubrir qué es lo que realmente te lleva a la tristeza y a la felicidad
Creo que son varias cosas las que tienen que ver con esto:
Mi gran caída de veinte del domingo pasado fue la siguiente:
No sirve de nada tener la vida perfecta, si no me doy el tiempo de reconocerla y vivirla. Es de cierta forma bajar el ritmo y sentarte a mirar, observar y sentir lo que te has generado o lo que vives, para entonces sí poder reconocer tu vida y poder sentir sus beneficios.
Y la otra gran caída de veinte es que importa más mi vida interior que mi vida exterior, el cómo me manejo durante el día, durante la rutina de las semanas que pasan, en mi relación con los demás. No importa tanto si tengo al esposo perfecto, sino si me doy el tiempo de mirarlo a los ojos, conectar, jugar, y lo mismo aplica con mi hijo, con la casa y con las actividades que realizo.
No importa tanto si tengo una alberca donde puedo ir a nadar, lo que importa es que me de el permiso de disfrutar mientras que nado y tenga mi mente en el presente para recibir la gratitud del momento.
Conozco muchas personas que tienen historias de trauma en su infancia fuertes, memorias difíciles que se convierten en costumbres del sistema nervioso, y que a pesar de tener la vida perfecta, este sistema se activa de vez en cuando, y entonces, no es tanto que tu vida esté mal, sino que hay que trabajar en esas heridas del pasado y en relajar aún más al cuerpo y al sistema nervioso.
Recuerdo una vez que fui a darle sesión psicológica a una persona que no podía salir de su casa, cuando llegué, me quedé impresionada por los lujos con los que vivía. La laberca era de esas que tienen entrada como playa, agua transparente, deliciosa que te invitaba a nadar y yo pensaba ¿cómo puede estar así con esta alberca? (era cuando todavía no aprendí que la alberca no trae la felicidad jejeje)
Pero al platicar con ella me mencionaba lo angustiaba que estaba por la vida de sus hijos, de sus nietos, lo mucho que le preocupaba la inseguridad, y lo poco que estaba atendiendo su vida de pareja y el fallecimiento de su papá.
Yo solía trabajar mucho con personas de bajos recursos, y atribuía sus problemas psicológicos a los problemas sociales y de carencias, cosa que claro que influye mucho, pero poco a poco fui encontrando personas con muchos recursos económicos y mismos o más intensos problemas psicológicos.
Así es que esta experiencia también me ayudó a ver que lo que realmente importa es cómo estás interpretando las cosas, qué pensamientos estás albergando y qué tanto te estás dando la oportunidad de procesar tus emociones.
Entonces, esa es la gran pregunta, ¿Cierto? ¿cómo sentirte feliz de nuevo?
En mi experiencia personal, se trata de primero que nada quitarte la culpa por sentirte mal al tenerlo todo, comprender que una cosa no lleva a la otra, y buscar en tu interior qué frustraciones, emociones, descuidos, pensamientos o traumas pueden estarse activando que te están llevando a la tristeza.
Y por otro lado, frenar más, descansar más, darte más el tiempo para conectar con lo que de alguna o muchas formas te has generado. Y sentirte merecedor de disfrutar de todo esto. Pues hay quien ya lo tiene todo pero sigue corriendo y viviendo como si le hiciera falta algo más. Así me he llegado a sentir a veces, como si no fuera suficiente y siempre queriendo más y más, esto me sucede cuando dejo de meditar y reconocer que siempre lo he tenido todo.
Darte permiso de sentir la melancolía y la tristeza y no pensar que porque la sientes significa que hay algo que te hace falta o algo que no tienes, sino más bien, que quizás te has descuidado en algo a ti misma o a ti mismo, o quizás que simplemente estás cansado... y necesitas descansar un poco más.
Revisa qué tantas actividades estás realizando desde el "hacer hacer hacer" y qué tantas otras desde el "estar estar estar", pues lamentablemente podemos seguir en el patrón de que tenemos que estar haciendo cosas productivas todo el día, sin darnos mucho tiempo para estar. Al menos eso creo que es lo que me pasa mucho a mí, y veo que muchas de las mujeres a mi alrededor hacen también.
Aumenta experiencias y momentos, no tanto hacer o comprar, podemos caer en el error de olvidarnos de los momentos de convivencia, en los que puedas expresarte a ti mismo como eres, donde puedas fluir un poco más con la situación y relajarte... revisa si no vives con presión por mantener la vida que tienes o tratando de llenarte de cosas, y más bien invierte en generarte experiencias, momentos de disfrute.
Creo que no se trata tanto de qué tienes o qué te hace falta, sino cómo llevamos nuestro ritmo interior y qué tanto nos damos el tiempo de apreciar y sentir las cosas bonitas o agradables de nuestra vida, incluyéndonos a nosotros mismos en la ecuación.
Así es que si te sientes triste ahora, date permiso... y después, siéntate a conectar con tu vida, activando la gratitud.