Hoy te quiero platicar sobre qué puedes hacer cuando tu hijo tiene una experiencia de fracaso. Por ejemplo, no lo invitaron a la fiesta, reprobó el examen, su crush se enamoró de la amiga.
Sin duda no nos gusta ver que estas cosas pasen, como padres desearíamos evitarles ciertas experiencias, no nos gusta verlos frustrados, incómodos, tristes, con sus expectativas rotas. Sin embargo, son justo esas ocasiones las que puede traer un gran aprendizaje a su vida si recibe el apoyo adecuado. Te invito a que me acompañes para que te cuente sobre qué puedes hacer en estos casos.
Primero que nada te invito a que le pierdas el miedo al fracaso o a que tu hijo falle. Fallar, equivocarse, tener experiencias desagradables es parte de la vida, todos lo experimentamos. El crecer y desarrollarse implica tres verbos:
Pero si el miedo a que viva estas experiencias nos lleva a sobreprotegerlo, evitaremos que el niño salga de la zona de confort para ir a la zona de aprendizaje y se perderá de las experiencias que le ayudarán a desarrollar sus habilidades. Te comparto una estrategia que te ayude a llegar a la zona de aprendizaje, en lugar de rescatarlo cuando falla o exigirle de tal forma que lo mande a zona de disconfort.
1. Cuando tu hijo falle o tenga una experiencia desagradable. Lo primero es recibirlo, permitirle que te cuente qué pasó y cómo se siente. Esfuérzate en que se sienta comprendido. Normaliza su emoción: “claro, yo me sentiría igual”, “sí, yo también me he sentido así” ó “si hijo, así sucede, cuando las cosas no salen como queremos nos ponemos mal. Es normal que te sientas frustrado, triste, enojado, lo entiendo.” Si te saltas este paso, es probable que tu hijo se sienta aún peor, por ello primero empatiza.
2.- Pregúntale por qué cree que pasó esta situación. Por ejemplo: ¿por qué crees que te fue mal en química?, ¿por qué crees que tus amigas no te invitaron a la fiesta? Este punto es vital para que reflexione al respecto. A veces nos cuesta quedarnos callados, pero es necesario que ellos sean los que reflexionen y saquen sus propias hipótesis. Una vez que diga un par te sugiero repetir sus conclusiones y con todo respeto ofrecer tus observaciones por ejemplo: “yo casi no te vi estudiando, ¿crees que eso tenga algo que ver?”
3.- Y por último, el paso final es preguntarle cómo cree que lo podrían hacer diferente la próxima vez. Como ya tienen una posible explicación de por qué sucedió, en este paso lo estarás estimulando a que formule una solución frente a un problema. Evitaremos que se quede rumiando por qué pasó la situación ya que lo motivamos a que pase a la acción.
En sí, son tres preguntas para convertir una situación desagradable en una situación de aprendizaje: ¿qué pasó y cómo te sientes?, ¿por qué pasó esto? y ¿Cómo puedes hacerlo diferente la siguiente vez? Llévalo a la práctica y estarás ayudando a tu hijo a desarrollar su resiliencia.