“Me gustaría que mi hijo deje de ser como es y se parezca más a…” “Quiero que no sienta miedo,” “Que no sea tímido”, “Quiero que sea el mejor de su clase”. Todas estas frases nacen de nuestras expectativas y ponen un gran peso en los hombros de nuestros pequeños.
En una mirada superficial podría parecer que se les exige por su propio bien pero en la mayoría de las veces, la manera en como los presionamos tiene que ver con nuestra historia que con las necesidad reales de ellos.
Te comparto 4 motivos, a veces no tan evidentes, que nos llevan a presionarlos. Te invito a que sin juzgarte cheques si te cachas en alguno de ellos:
Lo que nace de este lugar tiene que ver contigo y no con él. Te invito a preguntarte lo siguiente. Cuando motivas a tu hijo, ¿de dónde surge tu intención?, ¿Tus ganas son de motivar a que desarrolle sus pasiones, eso que le llena de emoción hacer, o mas bien tu intención se relaciona con los motivos que te platiqué?
Es muy común que a veces se revuelvan, una parte si ve al niño, pero otra ve mi propia historia. La invitación es a cachar tu parte, sin juzgarte y luego ver qué es lo que tu hijo está realmente necesitando respetando sus gustos, su etapa de desarrollo y su ritmo.
Espero que esta información te sea de utilidad.