Más que con la ansiedad, nosotros relacionaríamos el dolor de cabeza con el estrés, el cual nos hace tensar nuestro cuerpo, específicamente el entrecejo, los hombros, la espalda, el cuello y la quijada, y esa tensión se ve reflejada en nuestra cabeza.
También tienen relación con las preocupaciones: al estar constantemente preocupados por algún tema, pensando y pensando, dándole vueltas a un mismo asunto, lógicamente apretamos nuestro entrecejo y tensamos los ojos, y esta tensión se traslada también a nuestra cabeza.
De igual manera, el dolor de cabeza puede estar relacionado con la sinusitis. Y si este es tu caso, en pocas palabras significa que tienes muchos mocos acumulados y se inflaman los senos paranasales, que son estos espacios detrás de la frente, de la nariz, las mejillas y los ojos. ¿Pero por qué pasa esto? Puede deberse a que no te suenas la nariz cuando lloras o cuando tienes un resfriado, y la mucosidad se queda en las vías internas impidiendo que pase suficiente aire, lo que genera dolor de cabeza.
Por otro lado, también tienen relación con cambios en nuestra alimentación, falta de sueño, falta de hidratación, pasar un día acalorado afuera sin momentos de sombra, presiones laborales y escolares…
Recuerda también que tomar cafeína o comer alimentos pesados e irritantes, de cierta forma hace que se nos acelere el corazón y se nos suba la presión, y si se mantiene elevada por un buen rato, lógicamente nos dolerá la cabeza.
¡En fin! nos puede doler la cabeza por muchas razones, algunas de ellas relacionadas con la ansiedad y otras no.
Con lo que seguramente sí tiene relación tu dolor de cabeza es con una falta de equilibrio interior, con un descuido que te has estado generando, con una sobreexigencia o por presión.
Así que lo primero que necesitas hacer es encontrar tu propia causa del dolor de cabeza. Digamos que ella tan sólo refleja lo que está pasando en tu interior, y eso es lo que necesitas descubrir en ti: obsérvate cada vez que te duele y analiza qué fue lo que pasó con anterioridad. Encuentra las posibles causas que pueden estar originándolo.
Muchas veces se puede deber sólo a descuido, deshidratación, por dormir pocas horas o dormir de más o con malas posturas; otras, por presión; también por estar en situaciones que no deseamos o que nos quedamos callados y no decimos lo que sentimos; incluso cuando convivimos con personas con las que no podemos expresarnos libremente.
Sea cual sea la razón, aprende a observarte y a escuchar lo que tu cuerpo está pidiendo, lo que está tratando de decirte. Escúchalo y atiéndelo.
A continuación, te daremos algunas recomendaciones que dentro de nuestra comunidad han funcionado:
Primero, que vayas con un otorrinolaringólogo para que revise bien tus vías respiratorias, te ayude a limpiarlas y te brinde un tratamiento en caso de que tengas sinusitis o algo por el estilo.
Después, necesitas incorporar una actividad en tu vida diaria en la que te estires y te relajes, puede ser yoga, Chi Kung o natación. Si se te dificulta, puedes intentar haciendo simplemente ejercicios de estiramiento en tu casa, sobre todo de cuello, hombros y los músculos de tu cara. También puedes aprovechar cualquier momento libre que tengas para estirarte y relajarte. Por ejemplo, mientras vayas manejando, aprovecha para masticar como camello y sonreír, para así relajar tu cara y de paso divertirte un rato.
Obsérvate a lo largo del día, cada vez que estés tensando la mandíbula o la sien, o cada vez que estés preocupado o irritable, haz un alto, suelta el estómago, respira profundo y libera la tensión al exhalar.
También, en todo momento asegúrate de estar bien alimentado e hidratado.
Ya vimos que hay muchísimas razones que pueden explicar los dolores de cabeza, ahora, ¿qué ocurre cuando éste se intensifica? ¿Qué debemos hacer?
Para empezar, no desesperarnos y recordar todos los puntos que mencionamos anteriormente. Si alguno de ellos está presente en mayor medida y puede ser el que esté volviendo más intenso el dolor, te compartimos los siguientes consejos:
Siéntate en un lugar tranquilo, de preferencia al aire libre, donde puedas tomar un vaso de agua fresca, cerrar tus ojos, y empezar a respirar.
Relaja tu cuerpo con cada exhalación y siente cómo dejas ir la tensión de tu cabeza. Cada que exhales, aflojarás un poco más los músculos de tu cara.
Después puedes ponerte un poco de alcohol en la frente y en la nuca y darte un rico baño caliente que relaje los músculos de tus hombros y cuello.
Mientras te bañas o mientras te relajas, te recomiendo que llores. Llorar libera mucha tensión acumulada, probablemente la que te está generando el dolor de cabeza. Así es que déjate llorar y date un tiempo para descansar después de hacerlo.
Puedes hacer una meditación en el momento que te duele la cabeza. Se requiere de cierta práctica para no desesperarte luego, luego, pero aun así te recomiendo que lo hagas.
La idea es que te sientes, cierres tus ojos, sientas tu respiración, y después le pongas atención a las sensaciones de tu cabeza. Al hacerlo, imagina que es la primera vez que estás descubriendo esas sensaciones, sin querer ponerles nombre o etiqueta, sin querer quitarlas, sin juzgarlas.
Simplemente permítete sentir, acéptalo, reconoce por qué llegó ese dolor de cabeza a ti, y déjalo estar.
Esto ya no es tanto de mindfulness, pero puedes incluso ponerle color, textura y forma a tus sensaciones. Normalmente, los dolores de cabeza tienen colores grises o negros, con textura rugosa y con forma de picos o piedras, por ejemplo. Esto es personal, y lo amoldarás a como tú lo sientas.
Una vez que le das un aspecto físico y aceptas todo y te relacionas con él positiva y pacíficamente, imagina que cada inhalación que entra a tu cuerpo deshace y ablanda las sensaciones de tu cabeza, y con cada exhalación liberas la textura, la forma y el color. Es como si fueras convirtiendo las tonalidades oscuras a unas más claras, como si fueras ablandando los picos o suavizando la piedra.
Al final se trata de contactar con tu dolor y flexibilizarlo, claro, una vez que lo haces sin prisa y sin presión, por eso es importante aceptarlo antes.
Algo que hemos descubierto es que los autoregaños no ayudan para nada mientras nos duele la cabeza. No sirve de nada estar pensando “si ya sabes que enojarte te hace sentir así, para qué lo haces”, “parece que no has aprendido aún”, “ahora ya echaste a perder el día”, “no puedes sentirte mal, tienes que trabajar”, y ese tipo de frases que constantemente nos decimos cuando los dolores se hacen presentes.
Por eso te aconsejamos tener autocompasión contigo mismo. Mientras te duele la cabeza lo mejor que puedes hacer es tenerte paciencia y tomarte las cosas con calma, sin prisa y sin regaños.
Reflexiona sobre qué fue lo que te generó el dolor de cabeza: si fue un descuido, acumulación de presión y autoexigencia, nerviosismo o enojo. Lo que haya sido, intenta llegar a un aprendizaje y a una lección sobre lo que harás la próxima vez para que no tenga que llegar a tal extremo.
Cuando tenemos ansiedad y aparte le sumamos el dolor de cabeza, esto ocasiona más molestias, mayor tensión e incluso preocupación, porque rápidamente nuestros pensamientos vuelan: “¿por qué me duele? ¿Será algo peligroso? ¿Cómo hago para quitarlo?” Todas estas preguntas hacen que nuestro cuerpo responda y su forma de responder es con más tensión, por lo que pareciera que el dolor de cabeza no se va, ¡y hasta aumenta!
Por eso creemos que los momentos en los que tenemos dolor de cabeza hemos de tomarlos como un alto en nuestro día para relajarnos, tomar la vida con calma y respirar tranquilos. Y ya después buscar las formas de prevenir que siga ocurriendo.
Recuerda que tu cuerpo es sabio, que estás a salvo y que el dolor de cabeza, entre otros síntomas, son sólo un mensaje que tu cuerpo te está mandando, para que tomes las cosas con más tranquilidad.