La ansiedad y la codependencia son comadres porque les gusta ir juntas para todos lados.
Es la dependencia afectiva a otra persona, o sea, que según como se encuentra la relación con tu pareja (o un familiar), te encuentras tú. Sientes que no puedes vivir sin esa persona, tu mente da vueltas sobre lo que sucede en la relación la mayor parte del tiempo, tu mundo gira alrededor del otro, y cuando te alejas, te sientes culpable aunque al mismo tiempo liberado. Se te dificulta sentirte a lado de tu pareja de la misma manera que te sientes cuando estás en soledad. Pierdes tu seguridad y fuerza a lado de esa persona, y te sientes débil y vulnerable.
Es un estado en el que te sientes preocupado, angustiado y tenso la mayor parte del tiempo, con temores y miedos constantes sobre el futuro.
Probablemente cuando eras chico aprendiste que era mejor idea estar acompañado a estar sólo (aunque tiendas a la soledad), quizás fantaseabas con la idea de tener una pareja para ser feliz, de que en el día que formaras tu propia familia y alguien quisiera estar contigo por el resto de tu vida, todos tus problemas desaparecerían.
Por otro lado, quizás aprendiste a cuidar y preocuparte demasiado por alguno de tus dos padres, ya sea porque no los veías en la totalidad de sus capacidades o porque realmente no estaban en la totalidad de sus capacidades. Es muy común que si alguno de tus padres tenía alguna adicción al trabajo, la televisión, el alcohol… tú generaras dentro de ti una actitud de codependencia, en la que tenías la urgencia de estar cerca para cuidarlo, pero al mismo tiempo te sentías ahogado por la relación.
Y entonces buscabas escapar… quizás irte a un lugar lejano, te entraban momentos de rebeldía seguidos de una intensa culpa, te fuiste haciendo a ti mismo a un lado hasta que explotabas con arranques de ira o de enojo. Y ante todo esto… quizás encontraste que el tener una pareja era la cura para tu ansiedad, generada por esa misma codependencia que nació de la ansiedad de querer tener el control de todo lo que te sucedía.
A la mejor siempre has tenido parejas, o siempre has soñado con una, sea cual sea… en el momento en el que la tienes, te quisieras fusionar con esa persona para sentirte completo y satisfecho, y al final del día eso tan sólo te aumenta tu ansiedad.
1. El enojo: la ansiedad tiene mucho sentimiento de enojo guardado. Es un enojo generado principalmente porque no logras ser tú mismo dentro de la relación, te da miedo expresarte tal como eres pues quizás no serás al cien por ciento entendido, o simplemente tienes miedo de salir y ser libre por miedo a que pase algo con tu pareja. Entonces al final del día estás enojado con esa persona, pues sientes que cuando estás cerca no logras respirar, pero cuando se aleja te invade la angustia.
2. El control: la ansiedad se fundamente en querer tener absolutamente todo controladito, y en este caso aplica en ti y con tu pareja. Quieres verte bien, ser perfecto, jamás tener un sentimiento desagradable hacia esa persona, no te permites expresar tu enojo y por eso se hace más grande, pues claro, necesitas estar controlado. Quieres controlar a tu pareja porque esa parece ser la única y mejor manera para segurar que no te dejará.
3. La extrema amabilidad: el pensar tanto en tu pareja, así como en los demás, hace que te olvides de ti mismo y de tus necesidades, que tu mente tan sólo piense en la otra persona, que te obsesiones por lo que hace, dice o piensa, y que quieras darle gusto en todo. Vas olvidándote inclusive de lo que a ti te gusta hacer, hasta el grado en el que vuelve a aparecer el enojo injustificado hacia la otra persona por “no dejarte ser”, pero en realidad eres tú el que se apaga con tal de mantenerte en la relación.
4. El miedo: la base de la ansiedad es el miedo sin fundamento, al igual que en la codependencia. En este caso el miedo es a que te deje, te engañe, te vea la cara, o que te quedes sólo. Hay un miedo también a equivocarte, a que no sea tu principe o princesa azul.
5. La angustia: la angustia es generada por ese mismo miedo, y se presenta en los momentos en los que te das cuenta que estás perdiendo el control de ti mismo en la relación. También se presenta cuando tu pareja se va.
6. La intolerancia: tienes intolerancia a la frustración, o sea, no aguantas la discusión o el problema, pues claro “todo ha de estar bien todo el tiempo”, o de lo contrario crees que no es tu pareja ideal. Tienes una baja capacidad para tolerar los pleitos pues te sientes en peligro, crees que ya no serás esa persona amable y perfecta que le gustará, y que finalmente se acabará yendo.
7. La obsesión: en la ansiedad tienes pensamientos obsesivos que parecen no querer irse, lo mismo pasa en la codependencia. Si llegas a sospechar algo de la relación, o algo no te gusta de tu pareja, lo magnificas y te obsesionas con el tema hasta que lo sacas a la luz pero de mala manera, generando así un conflicto, o simplemente angustiándote por estar seguro de que eso que piensas es tan terrible. (no lo es, se hizo así en tu mente porque te obsesionaste).
8. La desconfianza: en el fondo desconfías de ti. No confías en que serás capaz de ser feliz sólo o en una relación, no confías en que la otra persona si está contigo es porque quiere estar contigo (y por eso llegan los celos), no confías en que aunque discutan, la relación seguirá, no confías en que eres perfecto y que pase lo que pase saldrás adelante.
Si ya identificaste que efectivamente padeces de ansiedad y codependencia, entonces te recomiendo empezar por sanar tu relación y de la mano tu ansiedad irá bajando, y una vez que tu relación se encuentre relativamente estable, entonces sigue trabajando con tus actitudes y creencias que te generan ansiedad.
Ve separando a la ansiedad de la codependencia, identifica cuando es una y cuando es la otra y cómo puedes manejar el control y la obsesión en tu vida en general, pero sobre todo, cuando te encuentres ansiosa o ansioso por algo que sucede con tu pareja, activa la objetividad y bájale a la magnificación y angustia.
Es el primer paso para sanar cualquiera de las dos situaciones. Necesitas recuperar la confianza en ti y para lograrlo el primer paso es amándote y demostrándote que te amas. ¿Y cómo te demuestras que te amas? Viendo por ti mismo. Ver por ti mismo significa que haces lo que necesitas para estar bien, que te dedicas tiempo, que te cuidas y te das lo que necesitas. Busca momentos para estar contigo mismo y reconectar, escribir, hacer ese hobbie que has olvidado. Haz una lista de todo lo que has dejado de hacer desde que estás con tu pareja, y empieza YA a recuperar esas actividades e inclusive amistades.
Esto es porque probablemente las ideas o juicios que tienes sobre tu pareja tienen poco que ver con la realidad. Date cuenta de cómo tu pareja puede cuidarse a sí mismo, y que el estar contigo es más bien para disfrutar pero que realmente no te necesita para sobrevivir o resolverse sus problemas. De la misma manera, date cuenta que tu tampoco lo necesitas para eso. Si basas tu relación en la necesidad, tarde o temprano se ahogarán.
Y dejar ser libre a tu pareja. ¿En qué momento se nos ocurrió que vivir en pareja era igual que vivir en una cárcel donde tengo que reportar todos mis pensamientos, decisiones y acciones? A lo que me refiero es que necesitas recuperar tu capacidad de decidir y moverte por ti mismo, y que después consultes si quieres esa decisión con tu pareja, pero no va al revés, de que primero consulto todo contigo para entonces tomar mis propias decisiones. Haz el esfuerzo de dejar respirar a tu pareja y de tu atreverte a respirar sin culpa aunque no estés a su lado.
Puedes leer más sobre esto en el post relacionado, pero básicamente se refiere a que aceptes a tu pareja tal y como es, liberándote de las ganas de querer controlarla. Pero si tu eres la o el controlado, te recomiendo que reconsideres si es buena idea estar en esa relación.
Además de todo esto, emprende el camino a sanar desde tu interior todo lo que haya sucedido en tu infancia que te generó creencias de codependencia, atrévete a perdonar a tus padres, a encontrarte contigo mismo y darte cuenta que con el simple hecho de existir estás a salvo, pase lo que pase a tu alrededor.
Para vivir sin ansiedad y con una relación de pareja en paz y positiva, te recomiendo que veas a tu pareja como tu mejor maestro y que dejes de reclamarle por lo que hace o no hace, que te ocupes de ti y de lo que te mueve tu pareja y que encuentres el medio de comunicación eficaz para dialogar sobre lo que se les va moviendo a los dos, siempre con espacios de libertad y de reencuentro con cada quien y entre ustedes.