La ansiedad es la suma de todos tus miedos pero recuerda siempre que estás tú debajo.
Antes de comenzar mis primeros pasos en Dale Alas estaba un poco desesperanzada por tantas sesiones de terapia y meditación que habían dado resultados de forma parcial. Fue la fuerza de la fe la que me impulsaba a realizar los ejercicios y visualizarme libre de ataduras del pasado porque a veces me había sentido impotente frente a la ansiedad y creía que Dios era el único que podía intervenir para ayudarme. Si tú no eres creyente, aférrate a ti mismo porque créeme que se puede y lo que encontré fue aún mucho mejor de lo que esperaba.
Quiero que te imagines esta idea que me parece muy gráfica para poder describir lo que sucede en la última etapa de la ansiedad en tu cuerpo y en esos primeros momentos de libertad plena. Los paleontólogos y arqueólogos dedican su vida a desenterrar fósiles humanos y animales, monumentos y ciudades perdidas y lo hacen para poder conocer el pasado, estudiarlo y sacar conclusiones para valorarlo y comprenderlo más.
La ansiedad vendría a ser como esos pedazos de rocas, sedimentos de arena y tierra y demás agentes naturales que fueron ocultando esos objetos de estudio. Los miedos, las ideas equivocadas y vivencias dolorosas del pasado van tomando lugar y a veces terminan de taparnos por completo y nadie ni siquiera nosotros mismos podemos ver qué lo que hay debajo de todo somos nosotros con nuestra esencia, pasiones, deseos y disfrutes.
Cuando logres limpiar tu vida de tus propios fantasmas, te aseguro que no tan solo parecerá que alguien te descubrió de nuevo sino que ese alguien, ese paleontólogo o arqueólogo orgulloso fuiste tú y esa es la misión más mágica y enriquecedora que podrás alcanzar. Al final de esta excavación profunda vas a entender el porqué de muchas decisiones y el porqué no de tantas otras. Vas a abrazar tu pasado y ya no dolerá ni te traerá dudas a tu presente, simplemente existirá para saber dónde estuviste y donde deseas estar ahora.
Hoy no necesito estar en algún museo para que los demás continúen descubriéndome y preguntándose qué fue de todo eso que me deshice en este viaje. Hoy me basta con mirarme hacia adentro y celebrar que mis miedos ya no me ocultan ni me protegen porque tal y como lo hace el polvo, se fueron con el viento y viven en el aire, ya no en mí.