Si, el cambio cuesta trabajo... adaptarse a cualquier cosa que sea la que está sucediendo a nuestro alrededor diferente a como estaba funcionando...
Realmente creo que es imposible de medir ese tiempo, depende de la circunstancia, el momento en tu vida, tu manera de interpretar lo que te sucede, la magnitud del cambio… y lo que significa para ti.
Pero sin importar todas estas variables, me atrevería a decir que a todos nos cuesta trabajo adaptarnos a los cambios, y por eso hasta de cierta manera una vida rutinaria y con hábitos nos da seguridad, así como el horario para comer y dormir mantiene a los bebes tranquilos… así la vida aparentemente “controlada”… nos da la sensación de que “todo está bien”, pues ya sabes lo que va a suceder en los próximos dos segundos, y eso te permite dar el paso con seguridad de saber en dónde vas a pisar…
Pero todo eso, es una gran mentira… pues aunque no llevemos una venda en nuestros ojos, realmente cada paso que damos lo damos sin la seguridad de lo que hay adelante.
Creemos… en nuestra mente, que sabemos lo que hay más adelante, inclusive nos atrevemos a hacer planes, y dar por hecho que porque así lo queremos… así va a suceder, y vivimos disfrutando de esa aparente seguridad de tener nuestra vida bajo control, en nuestras manos.
Y claro, que cada quien es el arquitecto de su propia vida, pero… ahora me pregunto, ¿realmente cuál es mi propia vida? ¿acaso la vida es lo que sucede después de dar cada paso? o sea, ¿la vida son nuestros planes a futuro? ¿La vida consiste en todas aquellas circunstancias que nos rodean?, ¿o en las personas con las que convivimos?, ¿en nuestro éxito laboral?, ¿en la cantidad de conocimientos que tenemos?
mmm… no sé, creo que más bien, la vida simplemente radica en experimentar el terreno que en éste momento están pisando mis pies, ni si quiera con la intención de moverse, eso sucede solito, sino simplemente con el hecho de que el pie está sobre el piso, o bien sobre el aire… o bien otra vez sobre un nuevo piso…para después volver a estar sobre el aire… y sobre un nuevo piso…
Y tal vez también radica en la velocidad en la que deseas mover esos pies, con la ilusión de que vas rápido o despacio, creyendo que tú mismo controlas esa velocidad… y que sabes perfectamente en dónde estás parado.
Entonces insisto… creo que lo único que me consta, lo único que sí está en mis manos… es el abrirme o no abrirme a experimentar las diferentes sensaciones que obtengo del piso que tengo debajo.
¿Y el piso que tengo debajo de qué depende…? Realmente todavía no tengo esa respuesta, y probablemente no la llegue a tener… y me atrevo a decir que no me importa conocerla… pues realmente para qué quiero saber el para qué y el por qué de las cosas… ¿si de todas formas las cosas suceden…?
Y así es como las cosas que están sucediendo en éste momento en mi vida, me han enseñado que mientras más me resista a pisar o a aceptar que por momento no hay piso y dejarme caer…mientras más me queje de que el piso se siente guango, resbaloso, o frío y áspero… más sufrirá mi cuerpo tensionado, más descontrol habrá en mis emociones, más enojo habrá contra la realidad… más impotencia sentiré… más aparente descontrol experimentaré…
Cuando en realidad, mi cuerpo es simplemente un monito de nintendo, movido por un control, el cual lo manejan unas ecuaciones perfectas, lógicas y llenas de justicia divina y terrenal… conectado directamente a mi mente, campo energético, alma y espíritu… y con la mente, el campo energético y el alma y el espíritu de todas las demás personas del planeta Tierra, generando ésta realidad que en momentos aparenta ser un juego con vidas extras…y por otros momentos nos hace sentir la angustia del “game over”.
Y si la realidad entonces es generada por ésta serie de ecuaciones y lógica justiciera… entonces, ¿qué depende de mí? ¿qué planos puedo dibujar? ¿por qué sería yo misma mi propia arquitecta? y yendo un poco más allá… ¿para qué todo éste juego… si en realidad no depende de mí?
Supongo que si Descartes pasó toda su vida intentando responder estas preguntas… no pretendo dedicarme a hacer lo mismo… lo único que sí puedo hacer… es dejar de querer controlar a dónde llevar mis pies, es dejar de pensar en el … “a dónde”, es dejar de pensar que tengo “el control” de lo que sucede… dejar de aferrarme a que lo que me rodea sea como yo quiero que sea… rendirme ante la realidad de que lo único que está en mis manos… es lo que sucede en mi interior, dentro de mi corazón, lo que sucede con mi cuerpo, y que si a pesar de todo lo que me sucede elijo sonreír en lugar de llorar…
Y claro que no es fácil, pues las lágrimas aparecen también para limpiar… pero en mi caso… aparecen pues duele darse cuenta de lo pequeña que soy frente al enorme Universo, y que no soy el centro a partir del cual gira la realidad… sino que soy un cúmulo de moléculas girando para todos los sentidos, rodeada de muchas moléculas más… con la única opción… de dejarme llevar… y confiar… poniendo la seguridad del piso en el que se encuentran mis pies, en algo más allá de mi capacidad para hacerle frente a los diferentes terrenos…en algo más allá de mí misma: en la verdad que va más allá de mi mente y mis creencias.
Dejarme llevar a través del movimiento constante que desemboca en los cambios, eso es lo que sí puedo hacer, y claro, es lo que te recomiendo experimentar: el encontrarte a ti mismo y sentir la realidad de cada momento presente con lo que tiene y lo que hay, descubriendo en él el milagro y la perfección detrás, más allá de sus momentáneas apariencias.