Ansiedad Generalizada
¿Sientes a menudo dolor en la mandíbula o en los dientes cuando estás estresado? Si es así, ¡sigue leyendo!
Muchas personas que sufren ansiedad y estrés pueden padecer dolores que se caracterizan por tener problemas en los músculos de la mandíbula. Esta afección puede causar un dolor intenso al masticar o hablar y también puede provocar chasquidos al abrir y cerrar la boca.
El dolor de la mandíbula se puede deber a muchos motivos pero, sobre todo, suele estar relacionado con el estrés y la ansiedad.
Cuando estás estresado por algo o tienes mucha ansiedad, tus músculos tienden a tensarse, lo que puede provocar dolor en la zona de la mandíbula. Esto ocurre debido a nuestra respuesta a las situaciones de estrés.
Una segunda razón por la que duele la mandíbula tiene su origen en las cefaleas (dolores de cabeza) tensionales, en las que apretar los dientes puede provocar espasmos musculares alrededor de la articulación de la mandíbula. El apretar los dientes también es una respuesta natural a alguna situación de estrés, pues recuerda que tu cuerpo reacciona a los estímulos externos como si se tratasen de un peligro real, es por eso que apretamos el cuello, los hombros y la mandíbula, para poder defendernos ante cualquier peligro.
Apretamos la mandíbula sobre todo en momentos de estrés o ansiedad, pues nuestra mente envía señales a los músculos de la mandíbula para que se tensen como respuesta a una situación de estrés a manera de preparación para el evento estresante que se aproxima, aunque esto realmente no suceda y solo sea un pensamiento o miedo.
Cuando se está sometido a altos niveles de estrés, esta señal se envía una y otra vez, lo que puede provocar un desequilibrio que genera espasmos musculares alrededor de las articulaciones de la mandíbula, los cuales suelen ser muy dolorosos.
Otros momentos en los que nuestras mandíbulas tienden a apretarse son mientras dormimos, porque inconscientemente rechinamos los dientes debido a los pensamientos sobre las situaciones estresantes que se producen a lo largo del día. Esto también puede ocasionarnos dolor por las mañanas.
Otro ejemplo es estar tan absorto en el trabajo que no nos damos cuenta de la tensión que hemos puesto en la mandíbula. Si tu trabajo es de naturaleza muy física, o si tienes que estar sentado durante largas horas tecleando en un ordenador sin descansos, puede causar dolor de mandíbula debido a la tensión continua que sufren los músculos de la zona durante estas actividades.
Recordemos que, instintivamente, enseñar los dientes era un símbolo de agresión, de fuerza, que servía para defendernos y lograr lo que queríamos. En la actualidad, cuando sentimos esos impulsos, los queremos esconder, y de ahí viene el apretar labios y mandíbula como una manera de hacer visible el enojo, el estrés o el coraje que una situación nos causa.
Algunas consecuencias de apretar la mandíbula pueden ser el amanecer con la quijada adolorida, sentir mucha sensibilidad en los dientes, presentar sensaciones de oído tapado y zumbidos, o incluso sentirte mareado, con vértigo y náuseas.
Debido a estas sensaciones físicas, solemos acudir a los doctores, quienes nos dicen que estamos bien, nos mandan una guarda y, si bien nos va, algunos ejercicios de relajación, cosa que realmente sería básico que nos recomendaran.
Tu mandíbula está rodeada de músculos junto con pequeños canales hacia tu oído. Y si aprendes a relajar esos músculos, terminarás beneficiando a tu sistema auditivo. Aquí te compartimos este video que subimos a la plataforma de Facebook para que los puedas ver al finalizar de leer.
Así como te mostramos en el paso 2 del curso en línea de Dale alas a la ansiedad, puedes darte masajes con tus propias manos todos los días, también pedir que te hagan un masaje facial o meterte en una tina de hidromasaje y dejar que los chorros de agua relajen todos esos músculos.
Escribe sobre todas las cosas que te molestan o háblalo frente al espejo o en una sesión de terapia, la forma que mejor te acomode pero libéralo. Deja de acumular, pues eso es lo que te hace tensar.
En este audio te compartimos algunos ejercicios para liberar tus emociones.
https://www.desansiedad.com/meditacion/ejercicios-de-liberacion-emocional
Al final del día probablemente hay algo que no te está gustando o que quieres obtener. Entonces usa esa fuerza del coraje de manera sana y propositiva, canalizándola para pedir, decir y hacer que suceda lo que estás necesitando que suceda.
Ponte mantequilla (metafóricamente hablando) y que se te resbale el enganche de otras personas, sus actitudes, lo que te dicen… Simplemente tu paz interior es más importante que tener la razón, que hacerlos entrar en razón o que demostrarles cualquier cosa.
Haz respiraciones y visualizaciones guiadas para ayudar a tu cuerpo a relajarse de adentro hacia afuera. Puedes practicar todas las que te compartimos en el paso 2 del curso en línea o escuchar nuestra lista de audios en soundcloud para lograrlo.
Sumérgete en alguna tina, alberca, mar, río. Donde tú prefieras, pero hazlo. El contacto con el agua relaja mucho los músculos, así que necesitas sumergirte para que haya contacto con la zona de tu rostro que quieres relajar.
Ten contacto con tu cuerpo, obsérvate y date cuenta en qué momentos te empiezas a tensar durante el día. Aunque en la noche no puedas observarte, si lo practicas en el día y aplicas ejercicios de relajación, eventualmente desarrollarás esa memoria muscular y lo harás sin darte cuenta en las noches.
Lo más importante realmente es ir a las causas que te llevan a apretar. Relaja tu vida, haz menos cosas, delega, suelta otras, deja de presionarte por el futuro, por el qué dirán, por el éxito.. y dedícate a tener éxito viviendo lo más equilibrado y en paz cada día.
Así como en el resto de tu cuerpo, si la mandíbula te duele es porque te está mandando el aviso de que necesitas ponerle mayor atención a algo para que lo resuelvas, lo enfrentes, o simplemente te relajes. Así es que date cuenta en qué momentos la aprietas y aprende a relajarte, confiando y soltando aquellas cosas que estás necesitando soltar.
Y antes de despedirnos, queremos recordarte que toda la información que aquí te compartimos, así como los ejercicios que te sugerimos, no sustituyen lo que es una terapia psicológica o un diagnóstico. Por lo que te invitamos a buscar ayuda profesional para encontrar la guía adecuada.
Colaboradores: Mariana Ramos y Pau Gámez.