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¿Cómo puede ayudarme la terapia psicológica a reducir el estrés?

Cuando nos sentimos estresados, puede ser difícil pensar con claridad y tomar buenas decisiones. Podemos sentir que todo sucede demasiado rápido o que no tenemos el control. Aquí es donde la terapia psicológica puede ayudar.

En este post hablaremos de cómo la terapia psicológica puede ayudarte a bajar los niveles de estrés en tu vida.

¿Por qué es importante hablar del estrés?

Cada vez es más común que nos encontremos viviendo con niveles elevados de estrés, lo identificamos y también lo comunicamos con mayor facilidad para referirnos a ese estado que viene en consecuencia de un estilo de vida muy apresurado, de presiones y/o problemas de la vida cotidiana, de una sobrecarga laboral o preocupación por diversas situaciones, sin embargo, quizás no tenemos muy claro lo que es, si existen diferentes tipos de estrés, cuál es el tratamiento ideal y si podemos hablar de prevención.

Conozcamos más acerca del estrés

En consecuencia de todos los cambios que hemos tenido que experimentar a lo largo de los años hemos estado obligados a adaptarnos a cierta cantidad de estrés necesaria para que nuestro cuerpo pueda ayudarnos a responder a todas las demandas de la vida diaria, en este caso hablamos de estrés positivo, también conocido como estrés.

El estrés es una respuesta adaptativa, la podemos percibir a nivel físico, emocional, motor, cognitivo y conductual. Si bien en un primer momento podemos hablar de una respuesta necesaria y positiva, cuando se intensifica y se prolonga puede afectar en los distintos niveles anteriormente mencionados, ocasionando un esfuerzo insostenible que se acompaña de un desorden en diversas áreas de nuestra vida.

¿Cuáles son los tipos de estrés que existen?

Se conocen distintos tipos de estrés que están clasificados de acuerdo a su duración.

Está el estrés agudo, que suele ser el más común. Es aquél que sentimos ante presiones del pasado inmediato y del futuro cercano y suele estar relacionado con esferas que son importantes para nosotros.

El agudo episódico es el que experimentamos al asumir muchas responsabilidades y tenemos dificultad para organizar todas las exigencias y presiones que esto implica, en consecuencia, hay una respuesta emocional que suele incluir irritabilidad, reacciones desproporcionadas y un sentimiento de ser incapaz de organizar la vida.

Por último, el estrés crónico, que es cuando mantenemos un estado constante de alarma como consecuencia de no verle un fin a las exigencias y presiones que han estado presentes durante un tiempo bastante prolongado.

Para poder entender mejor cada una de los tipos de estrés será importante conocer también las fases que lo componen, y de acuerdo con ello, podremos identificar lo que puede ser de ayuda para nosotros. 

Fases del estrés

La primera fase es de alarma o huida. Digamos que en este punto nuestro cuerpo está preparado para darnos toda la energía que puede dar para enfrentarnos a una situación que lo amerita. La respuesta bioquímica de nuestro cerebro va a generar en cadena respuestas musculares, agudización de nuestros sentidos, aumento en la frecuencia cardiaca, elevación del flujo sanguíneo, etcétera. Y esto nos va a permitir poder cumplir con los retos que implica nuestra vida. 

La siguiente fase es de resistencia: cuando un estado de alerta se sostiene con todas las implicaciones que mencionamos anteriormente, en consecuencia de una situación que se mantiene en el tiempo.

La siguiente fase es de agotamiento. Aquí es cuando el estrés se convierte en crónico, y es cuando más problemas podemos experimentar. Nuestro cuerpo, al estar activo, con tensión y expuesto a tantos estímulos y demandas por tanto tiempo, termina por agotarse. En esta fase experimentamos mucha debilidad, pero al mismo tiempo tenemos dificultad para descansar porque la alerta se mantiene, entonces no hay un buen descanso y tenemos una constante sensación de angustia.

¿Cuáles son los factores que pueden desencadenar mayor estrés?

Hay factores que pueden propiciar una respuesta, sin embargo, aquí es muy importante reconocer que somos seres diversos, que podemos tener una respuesta de estrés ante una situación que quizás para otra persona resulta indiferente. A pesar de eso, sí podemos hablar de factores que desencadenan estrés, aunque no lo harán de la misma forma, ni se puede esperar la misma respuesta de forma generalizada.

Dentro de esos factores pueden estar:

  • Situaciones que nos obligan a procesar información rápidamente.
  • Estímulos ambientales nocivos.
  • Percepciones de amenaza.
  • Alteración de funciones fisiológicas (enfermedades, adicciones).
  • Aislamiento o confinamiento.
  • Bloqueos de nuestros intereses.
  • Presión grupal.
  • Frustración.
  • No conseguir objetivos planeados.
  • Relaciones sociales complicadas o fallidas.

Como comentábamos antes, no existe una respuesta generalizada ante situaciones estresantes, por lo mismo, las consecuencias también son diversas, así que todos los síntomas y signos serán importantes en un proceso diagnóstico.

¿Cómo se percibe el estrés?

La respuesta ante el estrés se puede percibir a nivel físico, emocional, motor, cognitivo y conductual.

A continuación te compartimos algunas generalidades sobre cada uno de estos niveles:

  • Cognitivo: rumiación y distorsiones de pensamiento, que pueden entenderse como dar demasiadas vueltas a las cosas y repetir constantemente pensamientos. También podemos experimentar dificultad para concentrarnos, prestar atención y en consecuencia notar cambios en nuestra memoria.
  • Físico: el estrés puede manifestarse con una gran variedad de síntomas, entre los cuales podemos destacar dolores de cabeza, alteraciones del sueño, molestias en cuello, espalda, dolor de pecho, sensación de ahogo, colitis, gastritis.
  • Motor: se producen acciones observables, sobre todo conductas repetitivas, comportamientos extraños sin una finalidad o tics.
  • Emocional: podemos tener una mayor tendencia a caer en llanto con facilidad o bien tener un bloqueo, irritabilidad, tristeza y frustración.
  • Conductual: aumenta la frecuencia de hábitos compulsivos como comer, fumar o beber alcohol y evitación ante la situación que provoca la sensación de estrés.

Ahora hablemos de prevención

Es importante tener en consideración varios aspectos, una salud física óptima siempre será de ayuda, esto incluye tener una buena alimentación, realizar actividad física con regularidad y mantener un descanso adecuado.

Por otra parte, el cuidado de nuestra salud mental es importante ya que no solamente incluye la creación de estrategias de gestión de tiempo, solución de problemas, reconocimiento de fortalezas y habilidades, sino que también nos ayuda a poner en práctica el ejercicio de establecer límites en las esferas que nos generan un estado de alerta prolongado.

Hay prácticas que pueden ayudarte dependiendo del nivel de estrés que estés presentando, como meditación, mindfulness, escritura consciente, realizar ejercicio con regularidad, procurar hábitos de sueño adecuados, entre otros. Sin embargo, lo ideal siempre será que puedas averiguar de forma personal e individual lo que está detonando el estrés en ti, y descubrir las herramientas que tienes para poder hacer frente de forma objetiva a esa situación y a las situaciones futuras que puedan presentarse.

¿La terapia psicológica es opción?

Una de las opciones que tenemos para bajar los niveles de estrés es la terapia psicológica, que puede aplicarse en grupo o individualmente.

El objetivo principal de estas terapias es proporcionar al individuo las herramientas y los conocimientos necesarios para que comprenda cuáles son sus desencadenantes y cómo responde subjetivamente a esas situaciones.

Además, a través de la atención a la salud mental podremos desarrollar habilidades como el autoconocimiento y la empatía, regular las emociones, gestionar el estrés de forma eficaz, profundizar en nuestras relaciones con los demás, mejorar el estado de ánimo y mucho más.

En Conclusión

Si estás buscando información sobre cómo prevenir o trabajar el estrés, visita nuestra página para conocer las opciones.

Sabemos que el estrés puede ser difícil de manejar, pero nosotros podemos ayudarte a que sea un poco más fácil de llevar. ¡No estás solo!

Antes de despedirnos, queremos recordarte que toda la información que aquí te compartimos, así como las recomendaciones que hacemos, no sustituyen lo que es una terapia psicológica o un diagnóstico. Por lo que te invitamos a buscar ayuda profesional para encontrar la guía adecuada.


Colaboradores: Brenda Verdiguel.

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